El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, acudió este domingo a una manifestación a su favor acompañado por once ministros y destacó la gran presencia de seguidores en el acto, pese a las medidas de los Gobiernos regionales para evitar las aglomeraciones a fin de combatir el COVID-19.
Pese a que evitó al máximo los contactos físicos y usó un tapabocas durante la cerca de media hora en que acompañó la manifestación frente al Palacio presidencial de Planalto, el jefe de Estado bajó por la rampa de la edificación para acercarse lo máximo posible a los manifestantes y llegó a cargar a dos niños.
El líder ultraderechista, uno de los gobernantes más escépticos sobre la gravedad de la pandemia y que ha llegado a calificar el COVID-19 como una “gripecita”, ha insistido en acudir a los actos masivos de sus seguidores pese a las recomendaciones para evitar aglomeraciones tanto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como de su propio Ministerio de Salud.
En esta oportunidad, y en medio de una grave crisis política causada por la salida de dos ministros de Salud en medio de la pandemia y de la investigación que le abrió la Fiscalía por su supuesta interferencia política en la Policía Federal, Bolsonaro acudió al encuentro con varios colaboradores, entre los cuales once de sus 22 ministros, y dos de sus hijos.
Entre los ministros presentes estaban los de Justicia, André Mendonça; Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo; Educación, Abraham Weintraub; Ciencia y Tecnología, Marcos Pontes; Energía, Bento Albuquerque; Ciudadanía, Onyx Lorenzoni; Agricultura, Tereza Cristina, Secretaría de Gobierno, Luiz Eduardo Ramos, y el Secretario General de la Presidencia, Jorge Oliveira.
En declaraciones que concedió en una transmisión al vivo por las redes sociales durante la manifestación, Bolsonaro volvió a criticar las medidas de distanciamiento social adoptadas por los Gobiernos regionales y municipales para combatir el avance del COVID-19 y defendió la normalización de las actividades.
“La población quiere trabajar para colocar comida en la mesa”, afirmó el líder ultraderechista.
El coronel de la reserva del Ejército mantiene un duro y tenso pulso con los gobernadores de la mayoría de los estados brasileños, que han impuestos medidas de distanciamiento social, como cuarentenas, cierre de escuelas y comercios y restricciones al transporte y la movilidad, para frenar la creciente expansión de la pandemia en el mayor país latinoamericano.
Para Bolsonaro, más preocupado con la paralización del país, la ya prevista recesión histórica y los millones de empleos destruidos por la crisis sanitaria, el COVID-19 “va a contagiar al 70 % de la población tarde o temprano” y “va a matar mucha gente” sin importar las medidas de distanciamiento que se adopten.
“El Gobierno ha dado todo su apoyo para atender a las personas que contrajeron el virus y esperamos librarnos de ese problema en breve, para el bien de todos. Brasil, con seguridad, volverá más fuerte”, afirmó.
Tras haber sido duramente criticado por haber participado en manifestaciones similares en las que fueron exhibidos letreros que proponían el cierre del Congreso y de la Corte Suprema, así como otras medidas antidemocráticas como una intervención militar, Bolsonaro destacó que en la de este domingo no había ningún mensaje contrario a la Constitución.
“Es una manifestación pura de democracia. Estoy muy honrado con eso. Sin ningún letrero agresivo a quien quiera que sea. No hay ningún letrero ni ninguna bandera que atente contra la Constitución, contra el Estado Democrático de Derecho”, afirmó.
Según versiones de prensa, antes de la llegada de Bolsonaro al acto, los miembros del equipo de la seguridad de la Presidencia pidieron a los manifestantes que fueran retirados algunos letreros con críticas al Congreso y la Corte Suprema.
“Es gratificante y un honor para mi Gobierno y mi Gabinete recibir una manifestación de apoyo de éstas. Eso nos fortalece en la búsqueda para conseguir medios no sólo para combatir ese virus, que nos preocupa a todos, sino también de días mejores para nuestra población. Merecemos algo mucho mejor para nuestro Brasil”, agregó.
Bolsonaro no ha cesado en su empeño para que los gobiernos regionales levanten las restricciones y permitan la normalización de las actividades, hasta el punto que esta semana ordenó la apertura de gimnasios y salones de belleza por considerarlos esenciales.
Este fue uno de los motivos que llevaron al ministro de Salud, Nelson Teich, a renunciar el viernes al cargo que había asumido hacía sólo 28 días y en medio del agravamiento de la pandemia en Brasil, que, con 233.142 casos confirmados y 15.633 muertes, ya es el cuarto país con más contagiados en el mundo.
El antecesor de Teich, Luiz Henrique Mandetta, un férreo defensor de las medidas de distanciamiento social, fue destituido el mes pasado igualmente por sus divergencias con Bolsonaro en cuanto a las medidas necesarias para frenar el avance del COVID-19.
Las previsiones indican que contagios y muertes seguirán saltando de forma exponencial en este país de 210 millones de habitantes y que el pico sólo se producirá en las próximas semanas.
El economista y diputado argentino (Juntos por el Cambio) Luciano Laspina destacó las medidas sanitarias adoptadas por Paraguay en el marco de la pandemia.
A través de su cuenta de Twitter, el economista y diputado Luciano Laspina valoró la situación actual en Paraguay en su lucha contra la pandemia del coronavirus.
“Un país con cuarentena inteligente y preventiva. Suspensión temporaria del tope legal de déficit. Paquete de ayuda fiscal de casi 3% del PIB. Reducción de 3pp en tasa de interés a 1,25% anual. Inflación 2%. PIB 2020 -2,6%. ¿Noruega? ¿Suiza? No. Paraguay. Felicitaciones chamigos”, tuiteó.
Un país con cuarentena inteligente y preventiva. Suspensión temporaria del tope legal de déficit. Paquete de ayuda fiscal de casi 3% del PIB. Reducción de 3pp en tasa de interés a 1,25% anual. Inflación 2%. PIB 2020 -2,6%. ¿Noruega? ¿Suiza? No. Paraguay. Felicitaciones chamigos!
— Luciano Laspina (@LaspinaL) May 13, 2020
Laspina es diputado electo por Cambiemos Alianza que propició la reelección de Mauricio Macri en Argentina.
Con los 327 positivos confirmados hasta el sábado, el número total de contagios registrados desde el 3 de marzo es de 7.805.
Hasta el momento, en Argentina, donde rigen medidas de aislamiento desde el 20 de marzo, se han realizado un total de 100.362 test para detectar el virus, con una tasa de 2.211 pruebas por cada millón de habitantes.
A partir de esta semana, el Gobierno argentino dispuso una reapertura progresiva de actividades económicas en todo el país, excepto en la capital y el área metropolitana que la rodea, donde está concentrado el 70 % de todos los casos a nivel nacional y donde se ha incrementado el número de positivos y fallecidos en las últimos días.
Actualmente, los principales focos de contagio en la capital y su periferia están en los barrios vulnerables, donde se ha lanzado un plan para detectar personas con síntomas y evitar nuevas transmisiones.
En la ciudad de Buenos Aires se amplió desde este martes el número de actividades comerciales permitidas durante la cuarentena, una decisión que se evaluará la próxima semana en función del ritmo de crecimiento de los casos de coronavirus.
También desde este sábado rige la posibilidad de que en los fines de semana los niños puedan salir de sus casas acompañados por uno de sus padres para paseos recreativos de no más de una hora en cercanías de sus hogares y respetando las medidas sanitarias preventivas, como la distancia social.
Con información de EFE.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), criticada por países como EEUU debido a su presunto apoyo a China en la actual crisis sanitaria, inaugura mañana lunes una de sus asambleas anuales más complicadas, consagrada casi íntegramente a reforzar la coordinación global contra la pandemia de COVID-19
Fuente: EFE
La Organización Mundial de la Salud (OMS), criticada por países como EEUU debido a su presunto apoyo a China en la actual crisis sanitaria, inaugura mañana lunes una de sus asambleas anuales más complicadas, consagrada casi íntegramente a reforzar la coordinación global contra la pandemia de COVID-19
La asamblea durará sólo dos días y se celebrará de forma virtual debido a las limitaciones que la propia pandemia ha impuesto a los viajes y los eventos de masas, por lo que representantes de los 194 Estados miembros, entre los que se esperan varios líderes estatales, intervendrán por videoconferencia.
La reunión anual llega en un momento en el que la OMS atrae una atención mundial casi inédita en sus 72 años de historia, por su papel coordinador y asesor en una pandemia que afecta a 4,5 millones de personas en el mundo y ha causado más de 300.000 muertos, algo que también la ha convertido en blanco de numerosas críticas.
EL DOCTOR TEDROS, EN EL OJO DEL HURACÁN
Procedentes sobre todo de EEUU, aunque también desde gobiernos como el australiano o el alemán, muchas críticas se dirigen al director general de la OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, acusado de haber confiado en exceso en la información que aportó China en las primeras semanas de la crisis, a principios de año.
Esas críticas llevaron en abril al presidente estadounidense, Donald Trump, a congelar la contribución de su país a la OMS, que supone aproximadamente un 15 % del presupuesto total del organismo: EEUU, el país con más casos de COVID-19 en el mundo, 1,5 millones, es tradicionalmente el principal donante.
La Unión Europea, otro de los territorios gravemente afectado por el coronavirus en los últimos meses, presentará en la asamblea una propuesta de resolución junto a otros miembros de la OMS en la que se pide una revisión de la gestión que la organización hizo de la pandemia, en busca de responsabilidades.
El último punto de la resolución, que también tiene como firmantes a Rusia, Japón, México o Australia, entre otros, pide iniciar lo antes posible "un proceso gradual de evaluación imparcial, independiente y exhaustivo" de la respuesta sanitaria internacional coordinada por la OMS contra la COVID-19.
La búsqueda de responsabilidades podría sumar tensiones a una asamblea en la que no sólo la OMS, sino también China, origen de la pandemia, podría recibir críticas sobre su gestión, en opinión del experto en la organización Jeremy Youde, de la Universidad de Minnesota Duluth (EEUU).
"En la pandemia países influyentes se acusan entre sí de no haber hecho lo suficiente, lo cual se ha convertido en un problema y un reto de la OMS, una organización que siempre intenta ser diplomática con todos sus miembros", valoró.
LA CUESTIÓN TAIWANESA
La asamblea tendrá en su agenda otro punto espinoso, el de incluir o no en ella como observador a Taiwán, el primer territorio del mundo en iniciar medidas preventivas contra el coronavirus y el que ha mostrado una de las gestiones más modélicas, habiendo registrado apenas 440 casos y siete fallecimientos.
Aliados diplomáticos de la isla, entre ellos países latinoamericanos como Guatemala, Honduras, Nicaragua o Paraguay, solicitaron formalmente invitar a Taiwán; y Estados Unidos, por boca de su secretario de Estado Mike Pompeo, también pidió públicamente que la isla esté presente, algo que se votará al inicio.
Sin embargo, se teme que el Gobierno chino, abiertamente enfrentado a la presidenta taiwanesa Tsao Ing-wen desde su llegada al cargo en 2016, vete esa invitación y deje fuera de la asamblea a la isla, como ya ha ocurrido en los cuatro últimos años.
SOLIDARIDAD Y CONCIENCIACIÓN
Se espera por otro lado que la asamblea envíe un mensaje de solidaridad a los trabajadores sanitarios que se han sacrificado en la lucha contra el coronavirus (al menos 100.000 en todo el mundo contrajeron la enfermedad y 260 murieron, según cifras provisionales, aunque se cree que las cifras reales sean mucho mayores).
También se subrayará que junto a la enorme pérdida en vidas humanas que ha supuesto la COVID-19 ésta ha tenido un negativo impacto en muchos otros aspectos, desde la salud mental a la economía o el bienestar social, aumentando males como la desigualdad, la violencia doméstica o la pobreza.
En opinión de Youde, la asamblea de una OMS en crisis que intenta responder a una pandemia puede ser una oportunidad para impulsar una reforma de la organización que le permita en el futuro "recoger mejor información, responder más rápido, emitir mejores recomendaciones y ayudar más a los gobiernos".
Lejos aún del pico de coronavirus y a las puertas del invierno, Brasil camina hacia una tormenta perfecta con la curva del COVID-19 al alza, el inicio de la temporada de influenza, el final de la de dengue y brotes activos de otros virus que creía superados, como el sarampión.
Fuente: EFE
Mientras se llenan las unidades de cuidados intensivos de los hospitales, el presidente Jair Bolsonaro sigue enfrascado en una "guerra política" contra las medidas de aislamiento de los Gobiernos regionales y a favor de la vuelta a la normalidad.
En esa cruzada ya han caído dos ministros de Salud en menos de un mes: Luiz Henrique Mandetta, defensor acérrimo de las cuarentenas, y Nelson Teich, que se negó a recomendar la cloroquina para todo tipo de pacientes con coronavirus, como desea el líder ultraderechista.
Los dos eran médicos y ahora, con la curva en plena escalada exponencial, la cartera de Salud está en manos, de forma interina, de Eduardo Pazuello, un general del Ejército sin experiencia en el área.
Hasta este sábado, Brasil registraba 233.142 casos confirmados de COVID-19, superando ya a Italia y España, y 15.633 muertos, reforzándose como uno de los focos globales de la pandemia.
El pico está previsto que se alcance en las próximas semanas, aunque el coronavirus no será la única emergencia sanitaria a la que tendrá que hacer frente el precario sistema brasileño de salud pública.
UNA COMBINACIÓN "EXPLOSIVA"
La expansión del coronavirus, que llegó a Brasil en febrero, se produce en medio de otros brotes infecciosos que ya venían preocupando a las autoridades sanitarias.
El país ahora está superando el pico de dengue, transmitida por el mosquito Aedes Aegypti, que también es portador del virus del Zika, la fiebre amarilla y el chikunguña, que suele ser en abril y mayo.
Según el último boletín del Ministerio de Salud, en lo que va de año se han notificado 676.928 casos probables de dengue, con una tasa de incidencia de 322 casos por 100.000 habitantes, y 265 óbitos.
A partir de junio, con la llegada del invierno austral, los casos de dengue bajan, pero suben los de gripe común y otras enfermedades respiratorias.
En 2019, Brasil, que cuenta con una población de 210 millones de habitantes, registró 1.122 muertes por los tres tipos de influenza, según datos oficiales.
Este año a la influenza y el dengue se suma el COVID-19 y con ello la dificultad de diferenciar cada caso, pues los tres virus provocan síntomas similares en los primeros días de la enfermedad.
"Esa combinación es bastante explosiva", explica a Efe el doctor Adriano Massuda, profesor de salud colectiva en el centro de estudios privado Fundación Getulio Vargas (FGV).
Mauricio Lacerda, investigador de la Fundación de Amparo a la Investigación del Estado de Sao Paulo (FAPESP), trabaja en el hospital de Sao José do Rio Preto y asegura que "las perspectivas son muy malas" de cara al invierno.
"Aquí en el hospital ya tenemos pacientes de influenza, de COVID-19 y de dengue, y tuvimos muertes por las tres. Es una situación muy complicada" y que "sobrecarga demasiado" la red pública, afirma a Efe.
A todo esto hay que añadirle también brotes de sarampión que continúan activos en las cinco regiones de Brasil: norte, nordeste, centro-oeste, sudeste y sur.
En lo que va de año se han reportado 2.910 casos de sarampión, casi la mitad de ellos en el estado de Pará, también uno de los más afectados por el coronavirus, y tres fallecidos.
"El sarampión está volviendo a Brasil, presenta una cobertura de inmunización baja y puede ser un problema más", advierte Massuda.
En 2019, hubo en todo el país 18.200 casos de sarampión y 15 muertes, 14 de las cuales en Sao Paulo, hoy el epicentro brasileño del COVID-19.
DENUNCIAN FALTA DE INVERSIÓN EN EL ÁREA DE LA SALUD
El desafío para el Sistema Único de Salud (SUS), que engloba toda la red de hospitales públicos y del que dependen el 75 % de los brasileños, será enorme y más aún con el problema crónica de financiación que sufre.
Para Massuda, la política de austeridad fiscal, que empezó con el Gobierno de Michel Temer (2016-2018) y continuó con Bolsonaro, ha agravado esa situación.
Según informes de organizaciones de derechos humanos, desde que a finales de 2016 se aprobó un polémico techo de gastos presupuestario, Brasil ha dejado de invertir en el sector salud unos 30.000 millones de reales (hoy unos 5.170 millones de dólares).
Aunque el problema se arrastra de antes, pues, según esos cálculos, entre 2007 y 2019, la falta de recursos ha provocado una reducción de 49.000 camas de cuidados intensivos en el país.
"Los laboratorios del sistema de salud pública están desmantelados y eso no es de seis meses atrás, es de diez, quince años. Eso atrasó la detección y el diagnóstico del coronavirus y ahora los hospitales van a pagar un precio enorme", sentencia Lacerda.
Fuente: EFE