AGENCIA FAPESP – BRASIL - ¿Cómo controla el comportamiento alimentario el sistema nervioso, de manera tal que, tiempo después de ingerir un determinado alimento –generalmente calórico–, el gusto, el olfato y las sensaciones que se despiertan llevan a querer comerlo nuevamente?
Esta pregunta intrigó al investigador brasileño Ivan de Araujo, profesor asociado de los departamentos de Psiquiatría y Fisiología Celular y Molecular de la Yale School of Medicine, en Estados Unidos.
Con el objetivo de encontrarle respuestas, De Araujo ha venido realizado una serie de estudios con tendientes a detectar los circuitos neurales asociados al hambre, la saciedad, la palatabilidad y el placer que generan los alimentos, además de dilucidar los mecanismos a través de los cuales el sistema nervioso controla el comportamiento alimentario.
De Araujo estuvo a finales de septiembre en Brasil para participar como disertante en la São Paulo School of Advanced Science on Reverse Engineering of Procesed Foods, que tuvo lugar en la Facultad de Ingeniería de Alimentos de la Universidad de Campinas (FEA-Unicamp).
Uno de los objetivos del evento, realizado con el apoyo de la FAPESP en la modalidad Escuela São Paulo de Ciencia Avanzada (ESPCA), consistió en discutir nuevas formas de desarrollo de alimentos procesados a los efectos de que puedan ayudar a solucionar problemas de salud o aumentar la saciedad, por ejemplo, con el fin de disminuir la ingestión calórica.
El investigador y su grupo empezaron inicialmente a estudiar el sistema gustativo con la intención de verificar de qué manera las sensaciones de la cavidad oral llegan al cerebro y modifican nuestro comportamiento alimentario.
En experimentos exploratorios, realizados con ratones genéticamente modificados –que no detectan el gusto de nutrientes como el azúcar- los científicos constataron que, más allá de no tener esa capacidad, esos animales, al igual que los humanos, demostraron contar con la habilidad de formar preferencias por un alimento mucho más en función de su valor nutricional que de la palatabilidad.
“Fue la primera indicación que tuvimos de que debería existir una especie de codificación en el sistema nervioso a través de la cual el cerebro logra disociar un estímulo sensorial proveniente de la cavidad oral de un estímulo nutricional proveniente del tracto gastrointestinal”, dijo Araujo, quien se graduó en la Universidad de Brasilia.
Mientras que los circuitos neuronales de la parte ventral del estriado son los responsables de la percepción de la sensación de placer (hedonía) que genera el sabor dulce, por ejemplo, las neuronas de la parte dorsal se encargan de reconocer el valor calórico y nutricional de los alimentos dulzones, afirmaron los investigadores en el estudio, que contó con la participación de Tatiana Lima Ferreira, del CMCC-UFABC.