En base a datos de dos cuestionarios respondidos por 1.750 voluntarios, investigadores brasileños identificaron un conjunto de características que tornan una persona más propensa a desarrollar trastornos mentales asociados a imagen corporal y a alimentación. De acuerdo con el estudio, el problema afecta principalmente a las mujes, los más jóvenes, los consumidores de suplementos fitness o de sustancias farmacológicas para mudar la forma corporal. También entran en la lista los adeptos de dietas restrictivas, los sedentarios, las personas con diagnóstico de obesidad o sobrepeso y que hacen una evaluación negativa de su propia alimentación.
La encuesta fue realizada por investigadores de la Universidad Estadual Paulista (Unesp) y Federal de Alfenas (Unifal) y recibió financiamiento de FAPESP. Los resultados se informaron en la revista Environmental Research and Public Health.
Según los autores, conocer el perfil de los individuos más vulnerables a este tipo de trastorno corporal puede apoyar estrategias preventivas y de promoción de la salud.
“Existe una preocupación mundial por enfermedades como la diabetes, la hipertensión y la obesidad, que afectan en gran proporción la salud de la población. Sin embargo, existen otras condiciones, como los trastornos alimentarios, que son subdiagnosticadas y desatendidas, aunque también afectan sustancialmente la salud de las personas. Es necesario tener en cuenta que una mala relación con la alimentación puede preceder a una serie de problemas físicos y mentales”, advierte Wanderson Roberto da Silva, profesor de la Unifal y coautor del artículo.
Además según el investigador, es importante considerar que, aunque trastornos como los atracones, la anorexia y la bulimia nerviosa tienen una baja prevalencia en la población, pueden desencadenar problemas graves. “Están fuertemente asociados con afectividades negativas, como la ansiedad, el estrés y la depresión, que se encuentran entre los principales desafíos de salud del siglo XXI”, afirmó.
En el trabajo, los investigadores aplicaron dos cuestionarios para examinar la relación entre “atención a la forma del cuerpo”, “ansiedad física social” y “características personales de los participantes”.
En la primera etapa del estudio, que involucró a 1.750 adultos brasileños, se identificó que cuanto más atención prestan los individuos a la forma de su cuerpo, más probable es que esperen una evaluación negativa de su forma física. Además, tienden a sentirse menos cómodas con la presentación física de sus cuerpos.
Las características más comunes entre quienes mostraron altos niveles de atención a la forma del cuerpo fueron: género femenino, consumo de suplementos de fitness o sustancias farmacológicas para cambiar la forma del cuerpo y realización frecuente de dietas restrictivas.
Entre los que tenían mayor expectativa de evaluación negativa de la forma física, los rasgos más comunes fueron: género femenino, ser considerado adulto joven, consumo de sustancias farmacológicas para modificar la forma corporal, sedentarismo, autoevaluación negativa de la calidad de la alimentación y presencia de sobrepeso u obesidad.
Los investigadores también observaron que entre los individuos que se sentían más cómodos con su propio cuerpo en general, eran de mayor edad, del sexo masculino, sin sobrepeso ni obesidad, no utilizaban sustancias farmacológicas para modificar su forma corporal, no seguían dietas restrictivas y practicaban actividad física. Además, en este grupo la autoevaluación de la calidad de la dieta fue más positiva.
El verdadero cuerpo
En la segunda etapa del estudio, los investigadores evaluaron una submuestra compuesta por 286 individuos que se sometieron a una prueba de bioimpedancia, realizada en un tipo de escala capaz de medir factores como el porcentaje total de grasa, la masa magra y el nivel de grasa visceral.
“Con este análisis, observamos que la composición corporal del individuo influía en la percepción en relación a la forma física del cuerpo. Las personas con mayor cantidad de grasa y menor masa muscular eran las más susceptibles a los problemas”, informa el investigador a Agência FAPESP.
Por tanto, según el estudio, las personas que se preocupan en exceso por su cuerpo, hasta el punto de generar ansiedad, pueden presentar comportamientos disfuncionales tanto en relación a alimentación como al cuerpo. “La gran pregunta del trabajo es resaltar que existen características individuales que sugieren una mayor vulnerabilidad a comportamientos disfuncionales en relación a imagen corporal negativa y trastornos alimentarios. Es importante prestar atención a estos comportamientos, ya que representan la raíz de problemas futuros. Con esto en mente, existe la oportunidad de desarrollar acciones más asertivas de prevención de enfermedades y promoción de la salud, ya sea en un contexto colectivo o individual”, dice.
El trabajo se desarrolló con un enfoque en los aspectos cognitivos (como la atención a la forma del cuerpo) y afectivos (como la ansiedad generada cuando el cuerpo está expuesto) de la imagen corporal. Según el artículo, en el contexto de la imagen corporal, cuando el individuo dirige su atención a lo físico, puede experimentar sentimientos de adecuación, pero también de inadecuación, que, dependiendo de la intensidad, pueden desencadenar trastornos mentales como la anorexia o la bulimia nerviosa. .
Silva explicó que esta atención puede entenderse como un procesamiento cognitivo selectivo, en el cual el individuo se enfoca intencionalmente en algo específico, o en base a estímulos internos y externos. “En este proceso, la persona es consumida por algunas informaciones mientras descuida otras y esto se da de forma individual, pudiendo variar según la intensidad de cada estímulo”, explicó.
Según el investigador, la ansiedad está relacionada con la conducta alimentaria y con la relación que las personas tienen con su propia imagen corporal. “Influye en las acciones. Por lo tanto, una persona con un alto nivel de ansiedad puede ser más susceptible a tener algún trastorno alimentario, especialmente si tiene problemas de imagen corporal. Puede utilizar estrategias inapropiadas para cambiar su imagen corporal, sin ningún tipo de supervisión por parte de un profesional capacitado, y eso comprometer su salud en lugar de mejorarla”, dice.
Entre los ejemplos de conductas disfuncionales se encuentran la adopción de dietas restrictivas o de moda sin seguimiento especializado, la práctica de ejercicio físico excesivo sin supervisión y el consumo de suplementos dietéticos o sustancias potencialmente nocivas (esteroides anabólicos, por ejemplo) sin la debida prescripción. “Como ven, son distintas estrategias que pueden trastornar la vida de un individuo en varios aspectos, afectando tanto su salud física, como la mental y social”, destacó.
El artículo "Relación entre Atención a la Forma Corporal, Ansiedad Física Social y Características Personales de Brasileños: Un Modelo de Ecuación Estructural" puede leerse en: www.mdpi.com/1660-4601/19/22/14802.
Agencia FAPESP ( Brasil ) Maria Fernanda Ziegler . Traducción Programa INFOCIENCIA