Hacia la media tarde del pasado lunes, el cielo de la gigante metrópoli de São Paulo, Brasil comenzó a teñirse de oscuridad, fue un momento histórico marcado por misticismos. Se capturó y quedó grabada -para propios y extraños de la ciudad- una imagen apocalíptica que en pocos minutos le dio la vuelta al mundo. São Paulo había oscurecido a las 3 de la tarde.
En medio de la incertidumbre que produjo tal fenómeno, horas más tarde reconocidos Institutos de Investigación del país, entre ellos, el INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales) explicaron que este repentino “oscurecimiento” estuvo relacionado con el encuentro entre una masa de aire proveniente del norte, altamente cargada de material particulado derivado de los incendios forestales que azotan a la Amazonía Brasilera hace tres semanas, y una frente fría venida del sur; lo que generó que los vientos convergieran e hicieran que el río de humo se curvara en dirección a la región Sudeste del país en la que se ubica la capital paulista.
Además del hollín, otros contaminantes presentes en la atmósfera – como monóxido de carbono, dióxido de carbono, ozono, óxido nitroso y metano – interactuaron con las nubes traídas por la frente fría y potencializaron la formación de smog, afirmó Saulo Ribero de Freitas, investigador del INPE, en una entrevista concedida a la Fundación de Amparo a la Investigación del Estado de São Paulo (FAPESP), publicada en la mañana de este jueves 22 de agosto.
Otras voces han procurado explicar el asunto, pero más allá de eso, es de resaltar que lo acontecido, la tarde del lunes en el cielo de la ciudad capital más poblada del Gigante Suramericano, desencadenó preocupación e impulsó el debate público nacional frente a la delicada situación por cuenta de las llamas que se devoran a cada instante la cobertura vegetal amazónica y sus inocultables impactos a pequeña, mediana y gran escala.
En medio de la agitación, es claro que lo que estamos viviendo por causa de estos voraces incendios no es apenas un problema local, es un asunto con gravísimas implicaciones medio-ambientales de orden global. Lo que exige la regulación de las actividades exploratorias ilegales, la deforestación y demás delitos conexos asociados al medio ambiente, y sobre todo que sean encarados como un asunto prioritario dentro de las agendas de los gobiernos de la región, los cuales tienen participación directa en el ecosistema que, por su función natural ha recibido nada menos que el calificativo de “pulmón del mundo”.
El incendio del Amazonas es una señal de alerta significativa, estamos sin saber la magnitud real de la catástrofe ecológica y ambiental que está en pleno desarrollo, la cual es grave. Lo que nos queda, a nosotros los ciudadanos es hacer un uso responsable de los recursos naturales renovables y no renovables, contribuyamos a la reforestación y nos comprometamos a tomar decisiones responsables en el futuro, que privilegien lo necesario, lo fundamental, lo importante: El derecho que tenemos todas las formas de vida en el planeta a coexistir.
*Licenciado en Química y Estudiante de Doctorado en Educación – Línea de Educación en Ciencias, Matemáticas y Tecnología Universidad Estadual de Campinas, Brasil.