Detectan microplásticos en cerebros humanos tras autopsias en Brasil y Alemania, revelando riesgos potenciales para la salud neurológica
En un avance científico investigadores de Alemania y Brasil han descubierto por primera vez microplásticos en el cerebro humano, lo que plantea nuevas interrogantes sobre el impacto de estas partículas en la salud.
Este hallazgo, publicado en la revista JAMA Network Open, fue resultado de un estudio conjunto entre científicos de la Universidad Libre de Berlín y la Universidad de São Paulo, que analizaron tejidos cerebrales de 15 personas fallecidas en Brasil. De estos casos, 8 individuos presentaron partículas de microplásticos en el bulbo olfativo, una región clave del cerebro relacionada con el sentido del olfato.
El equipo dirigido por Luis Fernando Amato-Lourenço y Thais Mauad descubrió que las diminutas partículas de plástico, que anteriormente se creía que no podían atravesar la barrera hematoencefálica, han encontrado un camino hacia el cerebro a través del bulbo olfativo. Esta región del cerebro está directamente conectada con la cavidad nasal, lo que sugiere que las partículas pueden haber sido inhaladas durante la vida de las personas afectadas. Este descubrimiento, que se suma a la creciente lista de órganos en los que se han detectado microplásticos, como los pulmones, el hígado y el sistema reproductivo, ha generado preocupación en la comunidad científica sobre los efectos potenciales de estas partículas en la salud humana.
Lo que más inquieta a los investigadores es la posibilidad de que estos microplásticos puedan alterar el funcionamiento del cerebro. Aunque los estudios previos han identificado la presencia de nanoplásticos en otras partes del cuerpo humano, esta es la primera vez que se detectan en el cerebro. Los microplásticos, compuestos por polímeros sintéticos como el polipropileno, son omnipresentes en el aire y los ambientes interiores, lo que sugiere que su inhalación es inevitable en la vida moderna. La preocupación se intensifica al considerar que partículas aún más pequeñas, como los nanoplásticos, podrían penetrar en el cerebro con mayor facilidad, aumentando así el riesgo de acumulación en los tejidos cerebrales.
El bulbo olfativo, una región del cerebro involucrada en el procesamiento de olores, ha sido identificado como el punto de entrada de estas partículas. Según los investigadores, la mucosa nasal puede interactuar con el líquido cefalorraquídeo, permitiendo que los microplásticos se infiltren en el cerebro a través de pequeñas aberturas en los huesos de la base del cráneo. Este mecanismo de entrada es similar al de otras partículas ambientales, como el carbono negro, que se ha encontrado previamente en esta misma región del cerebro.
El Dr. Wells Brambl, experto en toxicología médica, explicó que la falta de una barrera protectora en el área del bulbo olfativo facilita el acceso directo de las partículas al cerebro. Lo que más preocupa es la proximidad del bulbo olfativo a los lóbulos frontal y prefrontal, áreas responsables de funciones cognitivas superiores como la toma de decisiones y la consciencia. Aunque aún no se ha demostrado que los microplásticos afecten directamente a estas funciones, la posibilidad de que puedan influir en la aparición de enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson y la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), no puede descartarse.
En el estudio, los investigadores encontraron un total de 16 partículas de plástico en los cerebros de los 8 individuos afectados, siendo el polipropileno el tipo de plástico más común. Este material es ampliamente utilizado en productos cotidianos como envases, ropa y accesorios para el hogar, lo que refuerza la idea de que los ambientes interiores podrían ser una fuente importante de exposición a microplásticos.
El equipo de científicos subrayó la importancia de seguir investigando los posibles efectos neurotóxicos de los microplásticos en el cerebro. Aunque aún no se ha determinado con certeza si estas partículas pueden causar daños directos a las células cerebrales, los resultados preliminares sugieren que su acumulación podría tener implicaciones significativas para la salud a largo plazo. En particular, se ha planteado la hipótesis de que la exposición crónica a microplásticos podría estar relacionada con la creciente incidencia de enfermedades neurológicas en la población.
Este hallazgo ha generado una mayor preocupación sobre el impacto de la contaminación por plásticos en la salud pública. Grupos como el Consejo de Salud del Plástico, que financió el estudio, están abogando por la reducción del uso de plásticos en productos de consumo para minimizar la exposición a estas partículas. Aunque aún no se han realizado estudios a largo plazo que confirmen los efectos específicos de los microplásticos en el cerebro, los científicos coinciden en que este descubrimiento es un motivo de reflexión sobre los riesgos potenciales que plantea la exposición constante a estas partículas en la vida cotidiana.
Los próximos pasos en la investigación buscarán esclarecer el papel de los microplásticos en el desarrollo de enfermedades neurológicas y evaluar las medidas que se pueden tomar para mitigar su presencia en el entorno humano.
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Crédito: SIVStockStudio | Shutterstock