Al llegar la noche las anguilas eléctricas (Electrophorus voltai) emergen del fondo de los ríos de Sudamérica. Este pez en forma de serpiente emite descargas eléctricas para poder cazar, defenderse y comunicarse. Su potente descarga eléctrica, que puede alcanzar los 860 voltios, es suficiente para matar a una persona.
Esta anguila, como es común en la mayoría de los peces, se creía que cazaba sola, pero un nuevo estudio científico ha revelado que las anguilas eléctricas no siempre lo hacen solos. De hecho, en muchos casos cazan en manadas, de manera similar a como lo hacen los lobos, las orcas y algunas especies de atún. Este sorprendente hallazgo es el primero entre los peces eléctricos y puede abrir el camino a nuevos estudios para investigar cuándo evolucionó la depredación social entre los peces.
Hasta ahora se creía que estas anguilas, que pueden llegar a medir 2 metros y medio y pesar hasta 20 kilogramos, eran cazadoras solitarias y nocturnas. “Me sorprendió. Este comportamiento no tiene precedentes para las anguilas eléctricas y también es raro entre los peces de agua dulce”, asegura Douglas Bastos, biólogo del Instituto Nacional de Investigaciones Amazónicas que vio por primera vez un ataque en grupo en 2012.
"Me sorprendió. Este comportamiento no tiene precedentes para las anguilas eléctricas y también es raro entre los peces de agua dulce"
Douglas BastosBiólogo del Instituto Nacional de Investigaciones Amazónicas
Bastos presenció el ataque en una expedición en busca de peces en peligro de extinción en el norte de Brasil. Dos años más tarde, regresó para verlo más de cerca. Acampado solo en el medio del Amazonas y tras un viaje de 5 días en bote desde la ciudad más cercana de Altamira, filmó cientos de anguilas eléctricas en grupos de 10 atacando repetidamente pequeños peces en el río Iriri, un afluente del río Amazonas.
Estas águilas se pasan el día descansando en el fondo del río, pero al amanecer y al anochecer, se trasladan a una zona poco profunda cerca de la orilla del río Iriri donde acorralan a los peces y les lanzan descargas de forma conjunta. Estas descargas inmovilizan o matan a las presas para que puedan devorarlas de inmediato.
Según informan en el estudio, publicado en Ecology and Evolution, cada emboscada tuvo una durada de 2 horas e involucró 10 anguilas que hicieron hasta siete ataques.
“En la temporada de aguas altas las presas tienen muchas más posibilidades de mantener una distancia segura y escapar"
Carlos David de SantanaCoautor del estudio y biólogo del Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsonian
Hasta ahora, los ataques grupales solo se han registrado en la temporada de aguas bajas, que se extiende de junio a noviembre. Durante esos meses, que experimentan una reducción significativa de las precipitaciones, los peces de los ríos de la región se acumulan en zonas con menos agua de lo normal, lo que los hace fáciles de recolectar para las manadas de anguilas. Las anguilas simplemente tienen que encontrar un estanque lleno de peces y tenderles una emboscada.
“En la temporada de aguas altas las presas tienen muchas más posibilidades de mantener una distancia segura y escapar”, explica Carlos David de Santana, coautor y biólogo del Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsonian.
"Esta depredación social podría haber surgido basándonos en una regla simple: siga buscando comida con los mismos individuos cuando tenga éxito, y luego se forma un grupo estable"
Carlos David de SantanaCoautor del estudio y biólogo del Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsonian
Los investigadores no saben cómo evolucionó este comportamiento, cómo está de extendido y si ocurre solo durante la temporada de aguas bajas. Pero sí tienen algunas ideas sobre cómo las anguilas podrían elegir sus grupos.
"Esta depredación social podría haber surgido basándonos en una regla simple a nivel individual: siga buscando comida con los mismos individuos cuando tenga éxito, y luego se forma un grupo estable", explica Santana.
Los investigadores del estudio se han propuesto secuenciar los genomas de las anguilas, con la esperanza de identificar genes vinculados a la depredación social compartida por otros animales que muestran este comportamiento, incluidos mamíferos como las ballenas. Esto podría ofrecerles pistas para comprender mejor la historia de la evolución de este rasgo entre una amplia variedad de animales.
"Tendremos que actuar con rapidez, porque la destrucción humana del Amazonas está acabando con estos hábitats"
Carlos David de SantanaCoautor del estudio y biólogo del Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsonian
“En cualquier caso, tendremos que actuar con rapidez, porque la destrucción humana del Amazonas está acabando con estos hábitats. Es posible que en 5 o 10 años, estas ubicaciones ya no se conserven", concluye Santana.