Surgen cada vez más evidencias de que el tejido adiposo cumple un rol clave en el agravamiento del COVID-19.
Una de las teorías en estudio indica que los adipocitos hacen las veces de reservorio del SARS-CoV-2, con lo cual contribuyen al aumento de la carga viral de las personas obesas o con sobrepeso que lo contraen. Asimismo, los científicos sospechan que, durante la infección, las células de grasa liberan en el torrente sanguíneo sustancias que amplifican la reacción inflamatoria que el virus desencadena en el organismo.
Científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP), en Brasil, bajo la coordinación de la profesora del Departamento de Cirugía Marilia Cerqueira Leite Seelaender, están investigando estas hipótesis. Este proyecto cuenta con la colaboración de Peter Ratcliffe, docente de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, y uno de los galardonados con el premio Nobel de Medicina en 2019.
“Ya se ha demostrado que en el organismo de pacientes con COVID-19 se produce una tormenta de citoquinas que resulta en una inflamación sistémica similar a la sepsis. Creemos que estos factores inflamatorios provienen del tejido adiposo. También ha quedado demostrado que los adipocitos, cuando se expanden demasiado, se vuelven capaces de generar inflamación en todo el cuerpo, incluso en el cerebro”, afirma Cerqueira Leite Seelaender en declaraciones la agencia FAPESP.
El grupo de la FM-USP ha venido analizando muestras de tejido adiposo de personas que murieron como consecuencia del COVID-19, obtenidas durante autopsias, y también de pacientes infectados con el SARS-CoV-2 que debieron someterse a cirugías de emergencia (sin relación con la infección, como en los casos de apendicitis, por ejemplo) en el Hospital Universitario de la USP.
Los resultados preliminares confirman que el nuevo coronavirus puede estar presente en el interior de las células de grasa, cuyas membranas externas son ricas en ACE2 (la enzima convertidora de angiotensina 2, por sus siglas en inglés). Esta proteína es la principal “puerta” que el SARS-CoV-2 utiliza para invadir las células humanas. Lo que aún resta confirmarse es si además de entrar en los adipocitos, el nuevo coronavirus logra permanecer y replicarse dentro de ellos.