Cada vez existen más pruebas de que la microbiota intestinal, es decir el conjunto de bacterias, virus, hongos y otros microorganismos que colonizan el tracto gastrointestinal, puede influir en el desarrollo y la progresión de los trastornos neurodegenerativos. Entre estos trastornos neurodegenerativos, una afección a la que en este sentido se ha prestado especial atención en los últimos años es a la enfermedad de Parkinson. Tanto, que ahora dos artículos recientemente publicados acaban reforzar esta hipótesis al describir detalladamente uno de los mecanismos por los que podría desencadenarse la enfermedad. Así, los trabajos publicados respectivamente en las revista i-Science y Scientific Reports, informan de que la enfermedad de Parkinson podría en parte estar motivada por una disbiosis, es decir, un desequilibrio entre las bacterias patógenas y beneficiosas de los intestinos.
“Nuestra investigación ha demostrado que el Parkinson a menudo se diagnostica tarde y que puede originarse mucho antes en el sistema nervioso entérico -el que controla la motilidad gastrointestinal- antes de avanzar al cerebro”, explica Matheus de Castro Fonseca, investigador del Instituto Tecnológico de California -Caltech- y autor principal de uno de los dos artículos. De hecho, publicaciones anteriores ya habían informado de la existencia de disbiosis intestinal en pacientes con Parkinson esporádico, que es como se conoce la forma no hereditaria de la enfermedad, demostrando que la bacteria Akkermansia muciniphila es anormalmente abundante en las muestras fecales de estos pacientes.
Del intestino al cerebro, un posible origen para la enfermedad de Parkinson
Se ha descubierto recientemente que, unas células específicas ubicadas el epitelio intestinal y conocidas como células enteroendocrinas, tienen muchas propiedades similares a las de las neuronas. Entre estas similitudes se encuentra la expresión de una proteína llamada alfa-sinucleína [αSyn]. También se sabe que el Parkinson, así como otras enfermedades neurodegenerativas, están asociadas con la acumulación anormal de esta proteína.
“Debido a que están en contacto directo con la luz intestinal -el espacio dentro de los intestinos- y conectadas por sinapsis a las neuronas entéricas (las neuronas del sistema nervioso entérico, un sistema nervioso autónomo que se encarga de controlar directamente el aparato digestivo) las células enteroendocrinas forman un circuito que conecta el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso entérico", explica Fonseca. "Es por ello que pueden ser un factor clave en la aparición de la enfermedad de Parkinson en el intestino”, añade.
Con esto en mente, los investigadores quisieron saber si las sustancias secretadas por la bacteria Akkermansia muciniphila podrían desencadenar la acumulación de la proteína α-Syn en las células enteroendocrinas y si αSyn podría migrar posteriormente a las terminales nerviosas periféricas en el sistema nervioso entérico. "Cultivamos proteínas secretadas por estas bacterias en ausencia de moco intestinal y descubrimos que además de dañar las estructuras celulares, produjeron una acumulación de la proteína αSyn” continua el investigador. “Posteriormente, cuando cultivamos células enteroendocrinas y neuronas juntas, también descubrimos que la αSyn acumulada se puede transferir de unas a otras ”.
“La cascada de reacciones puede comenzar en el intestino y ascender hasta el cerebro”.
El descubrimiento es de gran importancia ya que muestra que la disbiosis puede impulsar el crecimiento de bacterias que podrían contribuir a la acumulación de αSyn en el intestino. También que esta proteína puede luego migrar al sistema nervioso central, generando un posible mecanismo para el desarrollo de la enfermedad de Parkinson esporádica. “La cascada de reacciones puede comenzar en el intestino y ascender hasta el cerebro”, afirma el investigador. “Es por ello que las personas predispuestas al Parkinson esporádico suelen sufrir estreñimiento recurrente muchos años antes de manifestar la enfermedad", continua. "De hecho, en nuestro estudio con modelos animales encontramos una correlación directa entre la disbiosis intestinal y el Parkinson”.
La futura prevención de enfermedades neurodegenerativas podría pasar por el intestino
La investigación sobre los microbiomas presentes en el organismo humano avanza rápidamente, al igual que la comprensión de los científicos sobre los vínculos entre un desequilibrio en la microbiota intestinal y los trastornos neurodegenerativos, desde el Parkinson, pasando por el Alzheimer, hasta llegar al autismo. Por ello, en un futuro no muy lejano los cambios en la dieta destinados a restablecer el equilibrio del intestino, así como el trasplante no invasivo de microbiota mediante cápsulas, podrían resultar en potenciales estrategias importantes para prevenir estas enfermedades.
“Las enfermedades neurodegenerativas son incurables en este momento, por lo que la prevención es fundamental”, expresa Fonseca. “Antes las investigaciones solían centrarse en el cerebro, pero durante las últimas décadas se ha avanzado poco en esta dirección. Ahora nos estamos enfocando en el intestino y los últimos descubrimientos parecen muy prometedores, pues es mucho más fácil modular la microbiota intestinal que lidiar con un trastorno bien establecido en el sistema nervioso central”, concluye.