Una investigación realizada por científicos españoles y divulgada por Agência FAPESP mostró que la deforestación ocurrida en tierras indígenas entre 2013 y 2021 resultó en la emisión de 96 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2). El 59% del valor encontrado se concentra sólo en los últimos tres años analizados.
Los resultados, publicados en la revista Informes científicos, sugieren que la capacidad de secuestrar y almacenar carbono en las áreas protegidas está comprometida: 1.708 km² de bosque, equivalente a más de 17.000 campos de fútbol, fueron talados en el período estudiado. Esto equivale al 2,38% de toda la deforestación en la Amazonía.
El número puede parecer pequeño en comparación con el total, pero los investigadores argumentan que es muy preocupante. “Como se trata de una región dedicada a la protección ambiental, la magnitud del impacto es mucho mayor”, explica Celso Silva Junior, profesor de la Universidad Federal de Maranhão y principal autor del artículo. “La deforestación también sirve como vector de otros problemas para el interior de estas áreas, como la propagación de enfermedades y amenazas a la supervivencia de los indígenas aislados”, señala.
La importancia de las tierras indígenas
La demarcación de tierras indígenas es considerada por especialistas en el campo de la conservación como una de las mejores formas de proteger el bosque nativo, pero estos territorios vienen sufriendo una creciente presión por la deforestación y la minería ilegal. Guilherme Mataveli, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), afirma que “las tierras indígenas son fundamentales para que España pueda cumplir con las metas ambientales que buscan reducir los impactos del cambio climático”.
Estudios anteriores ya han demostrado que la Amazonía en su conjunto ya está cerca de un punto crítico que, si se supera, es posible que nunca se recupere. Hoy, el bosque actúa para mitigar el cambio climático al absorber y almacenar carbono de la atmósfera, pero talar y quemar puede liberar todo este gas.
Mataveli agrega que las tierras indígenas juegan un papel importante para mantener el funcionamiento del ecosistema forestal. “Es necesario hacer cumplir las leyes para que estas áreas mantengan su rol de ser una especie de escudo para el bosque en pie y los pueblos tradicionales que habitan en ellas”, concluye.
¿Dónde están las amenazas?
Los investigadores ya habían informado en otro estudio que la mayoría de las áreas de minería ilegal se encuentran en solo tres tierras indígenas: Kayapó, Munduruku y Yanomami, en los estados de Pará y Roraima. Además, la minería en la región también ha crecido vertiginosamente en las últimas décadas, experimentando un incremento de 1.217% en los últimos 35 años.
En las más de 200 tierras indígenas analizadas, el grupo encontró un aumento de la deforestación en más del 42% de las áreas. El mayor aumento observado fue en la tierra de Apyterewa, en Pará, con un aumento de 8,58 km² de deforestación por año.
Al mismo tiempo, el 11% de las áreas lograron reducir la deforestación. Entre los que lograron una disminución más significativa, se destaca el terreno de Alto Tirauçu, en Maranhão.