Castigada por cortes presupuestarios y críticas del propio gobierno, la comunidad científica de Brasil muestra su peso desarrollando investigaciones de punta y soluciones innovadoras para suplir la falta de insumos hospitalarios en la lucha contra el nuevo coronavirus.
Ese compromiso abarca desde el grupo que secuenció el genoma del virus en apenas 48 horas tras el primer caso detectado en Sao Paulo hasta los equipos que trabajan en el desarrollo de una vacuna y de un nuevo “ventilador pulmonar de emergencia”, pasando por los epidemiólogos que estudian cómo se propaga el Covid-19.
“La comunidad científica brasileña está ofreciendo una contribución muy importante, a pesar de que ha sido poco financiada con recursos federales, sobre todo en los últimos seis años”, dijo a la AFP Carlos Brito, director científico de la Fundación de Amparo a la Investigación de Sao Paulo (FAPESP).
Desde que el ultaderechista Jair Bolsonaro asumió el poder en enero de 2019, las universidades públicas han sido blanco de críticas del gobierno y sus seguidores, que las acusan de promover ideas de izquierda.
Frente al coronavirus, Bolsonaro cuestionó las medidas de aislamiento social recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y adoptadas por casi todos los países, enfrentándose a su propio ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, quien insiste en que su único credo en ese combate es “la ciencia”.
El mandatario recibió el apoyo de grupos de empresarios y de líderes de iglesias neopentecostales, como el influyente fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios, Edir Macedo, que calificó al virus como una “táctica de Satanás” para asustar a las personas.
Sin dejarse afectar por esas embestidas, las universidades siguen trabajando, con la perspectiva de que hacia fines de mes la pandemia alcance el tope de su cima en este país de 210 millones de habitantes.
Hasta el martes por la tarde, había dejado 667 muertos, com 13.717 casos confirmados.
Además de las tareas de investigación, los académicos prestan un servicio fundamental a través de los hospitales universitarios ligados a la red pública de salud, que “serán fundamentales para la atención de pacientes que contraigan la enfermedad covid-19”, dijo a la AFP la rectora de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ), Denise Carvalho.
Grupos de estudiantes y profesores también están produciendo insumos que, en el auge de la pandemia en Europa y Estados Unidos, escasean en el mercado brasileño y pueden ser vitales, como respiradores mecánicos, alcohol en gel y equipos de protección para el personal de salud.
Respirador de bajo costo
Ese es el caso del profesor Jurandir Nadal, jefe del Laboratorio de Ingeniería Pulmonar del Instituto Coimbra de Posgraduación e Investigación de Ingeniería (Coppe) de la UFRJ, que está desarrollando un respirador de bajo costo.
Junto a profesores y estudiantes avanzados de diversas ramas de ingeniería y medicina, elaboraron un prototipo que, producido a gran escala, podría servir como “ventilador pulmonar de emergencia cuando no existe un ventilador hospitalario convencional”, explica Nadal a la AFP.
Menos sofisticado que los convencionales, el aparato costará unos 5.000 reales (USD 1.000), diez veces menos que el respirador industrial promedio, agrega.
El proyecto, que obtuvo financiación de la agencia de fomento del estado de Rio de Janeiro (FAPERJ), espera fabricar inicialmente hasta mil aparatos con apoyo de empresas públicas y privadas.
De acuerdo con el ministerio de Salud, que anunció una compra de 15.000 respiradores del exterior a USD 13.000 cada uno, Brasil dispone actualmente de 65.000 aparatos de ventilación mecánica.
Los cortes presupuestarios ocurridos en el área de Educación y Ciencia en los últimos años han hecho más difícil retener a investigadores jóvenes frente a ofertas de instituciones extranjeras, explica Nadal.
Invertir en ciencia e investigación
Tanto los organismos federales como los de cada estado lanzan llamados para financiar investigaciones sobre el nuevo coronavirus. Pero Brito advierte que la potencia de un país en términos de investigación es un proceso de largo plazo.
La vasta experiencia que Brasil ha construido en campos como la virología es uno de los puntos fuertes, apunta el especialista.
“La capacidad científica para contribuir cuando aparece una emergencia como esta no es algo que se construye en una semana. Es algo que se tiene si se ha construido en los últimos 40 años”, señala.
Por ello, la comunidad científica ve en el momento actual una oportunidad clave para reivindicar su valor.
“La universidades son el orgullo de Brasil y tienen que ser vistas así. En este momento podemos mostrar nuestro valor, para mostrar que el financiamiento público es fundamental”, reivindica la rectora Carvalho.