En un estudio realizado con 425 pacientes que se recuperaron de las formas moderada y grave de la Covid-19, investigadores de la Universidad de São Paulo (USP) observaron una alta prevalencia de déficits cognitivos y trastornos psiquiátricos. Las evaluaciones se realizaron en el Hospital das Clínicas entre seis y nueve meses después del alta hospitalaria.
Más de la mitad (51,1%) de los participantes informaron haber notado disminución de la memoria después de la infección y otro 13,6% desarrolló trastorno de estrés postraumático.
EL trastorno de ansiedad generalizada se diagnosticó en el 15,5% de los voluntarios, y en el 8,14% de ellos el problema se presentó después de la enfermedad. El diagnóstico de depresión se estableció para el 8% de los pacientes, en el 2,5% de ellos solo después de la hospitalización.
Los resultados completos de la encuesta, que contó con el apoyo de la Fapesp, fueron publicados en la revista Psiquiatría del Hospital General.
“Uno de los hallazgos clave es que ninguno de los cambios cognitivos o psiquiátricos observados en estos pacientes se correlaciona con severidad del marco. Tampoco vimos ninguna asociación con la conducta clínica adoptada durante el período de hospitalización ni con factores socioeconómicos, como pérdida de familiares o pérdidas económicas durante la pandemia de Covid-19”, dice Rodolfo Damiano, médico residente del Instituto de Psiquiatría de de la Facultad de Medicina (FM).-USP) y primer autor del artículo.
El estudio forma parte de un proyecto más amplio, coordinado por el profesor de la FMUSP Geraldo Busatto Filho, en el que un nutrido grupo de personas atendidas en el Hospital das Clínicas entre 2020 y 2021 han sido acompañadas por profesionales de diferentes áreas, entre ellas otorrinolaringología, fisiatría y neurología, en para evaluar posibles secuelas dejadas por el Sars-Cov-2.
“Durante mi doctorado, coordiné la evaluación neuropsiquiátrica, cuyos resultados preliminares fueron descritos en este artículo”, cuenta Damiano a la Agência Fapesp. El trabajo fue orientado por el profesor de la FMUSP Eurípedes Constantino Miguel Filho.
“Una de nuestras preocupaciones era entender si este virus y la enfermedad que provoca tienen impacto a largo plazoproduciendo manifestaciones tardías en el sistema nervioso central”, dice E. Miguel.
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Para el investigador, el hecho de que no se haya encontrado una correlación clara entre el cuadro psiquiátrico y la magnitud de la enfermedad en la fase aguda o los factores psicosociales -incluidos los de carácter socioeconómico o las experiencias traumáticas- corrobora la hipótesis de que los cambios tardíos relacionados con la infección por el Sars-CoV-2 (como procesos inflamatorios asociados a cambios inmunológicos, daño vascular asociado a coagulopatías o la propia presencia del virus en el cerebro) jugaría un papel en el origen de los trastornos.
“La presencia de manifestaciones clínicas, como pérdida cognitiva, cefalea, anosmia, [perda do olfato] y otros cambios neurológicos en estos pacientes aportan evidencia adicional de que estos cambios psiquiátricos pueden reflejar la acción del SARS-CoV-2 en el sistema central”.
Metodología
Todos los participantes se sometieron a una batería de pruebas cognitivas para evaluar habilidades como la memoria, la atención, la fluidez verbal y la orientación espacio-temporal.
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“Vimos mucha pérdida cognitiva. En una prueba que mide la velocidad de procesamiento, por ejemplo, los pacientes tardaron en promedio el doble de lo esperado para su edad. [com base em valores médios descritos na literatura científica para a população brasileira]. Y esto se observó para todas las edades”, dice Damiano. “Además, más de la mitad informó subjetivamente una disminución de la memoria”.
Los voluntarios también se sometieron a una entrevista estructurada con un psiquiatra y respondieron cuestionarios estandarizados que se utilizan para diagnosticar la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático.
Como describen los autores en el artículo, la prevalencia de “trastorno mental común” (síntomas depresivos, estados de ansiedad, irritabilidad, fatiga, insomnio, dificultades de memoria y concentración) en el grupo estudiado (32,2%) fue superior a la reportada para el general. Población brasileña (26,8%) en estudios epidemiológicos.
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En esos pacientes, la prevalencia de trastorno de ansiedad generalizada (14,1%) fue considerablemente superior a la media de los brasileños (9,9%). La prevalencia de depresión encontrada (8%) también es superior a la estimada para la población general del país (entre 4% y 5%).
“Los pacientes que progresan a la forma grave, en general, están más comprometidos clínicamente [por problemas cardíacos, renais, diabetes e outras comorbidades] y, en consecuencia, ya tienen más síntomas psiquiátricos. Esto fue considerado en el análisis. Incluso corrigiendo por este factor, la prevalencia observada en el estudio fue muy alta”, dice Damiano.
El empeoramiento de los síntomas psiquiátricos tras infecciones agudas es habitual y esperado, comenta la investigadora. “Pero con ninguna otra enfermedad viral ha habido tanta diferencia y pérdidas cognitivas tan significativas como con el Covid-19.
Una de las posibles explicaciones es el efecto del virus sobre el sistema nervioso central”, comenta. «Si estas pérdidas son recuperables es algo que aún no sabemos».
Próximos pasos
Actualmente, el grupo de la USP está estudiando muestras de sangre recolectadas de voluntarios durante el período de hospitalización. El objetivo es evaluar el perfil de citoquinas (proteínas del sistema inmunológico que regulan la respuesta inflamatoria) para saber si existe una correlación entre el grado de inflamación durante la fase aguda de la Covid-19 y el desarrollo de síntomas neuropsiquiátricos.
“Si existe alguna correlación, el siguiente paso será investigar si los fármacos inhibidores de la interleucina [um dos tipos de citocina] se puede utilizar para prevenir la aparición o el empeoramiento de los síntomas psiquiátricos”, dice.
Para aquellos que ya han sido afectados, Damiano recomienda vacunación y seguimiento psiquiátrico. “Existe evidencia de que los ejercicios físicos ayudan a revertir los cambios cognitivos asociados a enfermedades graves y también existen entrenamientos de rehabilitación cognitiva que se pueden realizar con el seguimiento de un neuropsicólogo calificado. Además, creo que la práctica de la meditación puede ser beneficiosa”.
*Este texto fue publicado originalmente por Agência Fapesp.