Brasilestes stardusti. Así se llama el más antiguo mamífero conocido de las tierras brasileñas. Vivió entre 87 y 70 millones de años atrás, al final de la era Mesozoica, en donde actualmente es el noroeste del estado de São Paulo. Se trata del único mamífero brasileño que, por lo que se sabe hasta ahora, convivió con los dinosaurios.
El anuncio del descubrimiento de Brasilestes, que tuvo lugar el miércoles 30 de mayo pasado, estuvo a cargo del equipo del profesor Max Langer, docente de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Ribeirão Preto (FFCLRP) de la Universidad de São Paulo, quien contó en su trabajo con el apoyo de colegas de la Universidad Federal de Goiás y de la Universidad de Campinas (todas de Brasil), del Museo de La Plata (Argentina) y del Massachusetts Institute of Technology (Estados Unidos).
Brasilestes fue descrito a partir de un único fósil: un premolar de 3,5 milímetros. “El diente de Brasilestes es pequeño y se encuentra incompleto, pues le faltan las raíces”, sostuvo la paleontóloga Mariela Cordeiro de Castro, la primera autora del trabajo que salió publicado en la revista Royal Society Open Science.
“Pequeño pero no tanto. Pese a medir tan sólo 3,5 milímetros, el diente de Brasilestes es tres veces mayor que casi todos los dientes de mamíferos conocidos del Mesozoico. En el tiempo de los dinosaurios, la mayoría de los mamíferos eran del tamaño de los ratones. Brasilestes era mucho mayor: del tamaño de una zarigüeya”, dijo Cordeiro de Castro.
El nombre de la nueva especie constituye un homenaje al roquero inglés David Bowie, fallecido en enero de 2016, un mes después del descubrimiento del fósil. Brasilestes stardusti hace alusión a Ziggy Stardust, o Ziggy “polvo estelar”, el personaje proveniente del espacio que Bowie creó para una canción en 1972.
Este trabajo contó con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo – FAPESP y forma parte del Proyecto Temático intitulado “El origen y la irradiación de los dinosaurios en Gondwana (Neotriásico - Eojurásico)”, coordinado por Langer.
El diente fosilizado fue hallado en rocas de la Formación Adamantina que afloran en el medio de una pradera en la estancia Buriti, en General Salgado, São Paulo.
“Estábamos visitando afloramientos mesozoicos cuando Júlio Marsola [otro miembro del equipo], con su vista de lince, avistó un diente minúsculo aflorando en la superficie de la roca”, dijo Cordeiro de Castro, docente de la Universidad Federal de Goiás con sede en la localidad de Catalão. “Yo bromeo diciéndole que ese día él gastó su cuota de descubrimientos extraordinarios para toda una vida, y mire que él ni siquiera estudia mamíferos sino dinosaurios.”
“Cuando pienso que algunos grupos de investigación llegan a cribar una tonelada de sedimentos para encontrar un solo fragmento de mamífero del Mesozoico, creo que Mariela tiene razón y que me he gastado efectivamente toda mi suerte. Pero sinceramente espero que no sea así”, bromeó Júlio Marsola, investigador de la FFCLRP-USP.
“Los depósitos de General Salgado son muy conocidos. De allí han salido varios cocodrilos mesozoicos. El afloramiento en donde encontré el Brasilestes en particular es interesante, con sus decenas de fragmentos de cáscaras de huevos de aquellos cocodrilos. Al abocarme a una parte del afloramiento para ver, pues posiblemente había cáscaras de huevos, me deparé con ese dientito. Si hubiera permanecido unos días más expuesto, la lluvia se lo habría llevado”, dijo Marsola.
“Cuando me percaté de que había algo que parecía ser la base de las dos raíces del diente [las raíces en sí mismas están rotas], creí ya que era de un mamífero. Después de analizarlo en laboratorio, tuvimos la seguridad de que se trataba de un mamífero”, dijo.
A primera vista, un mero diente de 3,5 milímetros –y encima incompleto– puede parecer muy poco como para describir a una nueva especie de mamífero. Pero no es así. Es común ver mamíferos extintos descritos con base en el estudio de un solo diente.
Sucede que el material que constituye los dientes es el más resistente del esqueleto de los mamíferos, pues debe resistir al desgaste provocado por la masticación durante toda la vida del animal, a diferencia de los peces y de innumerables reptiles, por ejemplo, que cambian sus dientes en el transcurso de sus vidas.
Por ser muy duros y resistentes, los dientes son los restos de esqueletos de mamíferos con mayores probabilidades de preservación después de la muerte de los animales. A menudo son los únicos elementos que permanecen intactos durante el tiempo suficiente como para tener posibilidades de fosilizarse. Existen muchos ejemplos de especies extintas de mamíferos, incluso de ancestros del ser humano, descritas con base en un solo canino o en un molar.
La singularidad y la incompletud del premolar de Brasilestes impiden que los científicos afirmen con absoluta certeza a qué grupo de mamíferos pertenecía la especie. Se sabe que el diente salió de la boca de un terio, es decir, de un miembro del gran grupo que congrega a los marsupiales y a los placentarios.
Aunque no existen evidencias suficientes como para avalar la inclusión de Brasilestes en un grupo u otro, los expertos tienen la impresión –sin afirmarlo categóricamente– de que Brasilestes habría sido placentario. Y esto es algo completamente insólito.
Actualmente existen tres grandes grupos de mamíferos: los placentarios, los marsupiales y los monotremas. Esos tres grupos evolucionaron en el Mesozoico. Pero en aquel tiempo, lejos estaban de ser las únicas formas de mamíferos. Había varios otros grupos, tales como los multituberculados, comunes en el hemisferio Norte, y grupos típicos del hemisferio Sur como los meridioléstidos y gondwanaterios, estos últimos en alusión a Gondwana, el antiguo supercontinente austral que reunía a América del Sur, África, la India, Australia y la Antártida.
Desde comienzos de la década de 1980, cuando empezaron a hallarse los primeros fósiles de mamíferos mesozoicos en la Patagonia argentina (en la actualidad se conocen alrededor de 30 especies, las únicas del continente hasta el anuncio de Brasilestes), nunca se había descubierto nada ni remotamente parecido al pequeño diente brasileño.
“Cuando le mostré el fósil de Brasilestes al paleontólogo Edgardo Ortiz-Jaureguizar, del Museo de La Plata, se sorprendió mucho y afirmó que nunca había visto nada parecido; y corrió a mostrárselo a otro experto de esa institución que es Francisco Goin”, dijo Cordeiro de Castro. “Y su reacción fue idéntica. Goin afirmó que Brasilestes no era parecido a ningún otro mamífero mesozoico hallado en Argentina, o mejor dicho, en América del Sur.”
Entre las alrededor de 30 especies de mamíferos mesozoicos argentinos hay meridioléstidos, gondwanaterios y e, incluso, se sospecha que haya alguno que otro multituberculado. Pero ningún marsupial ni tampoco ningún placentario. Los fósiles de esos dos grupos sólo empiezan a surgir en el registro fósil sudamericano tras la extinción masiva que exterminó a los dinosaurios hace 66 millones de años, el evento que le puso fin al Mesozoico y dio inicio al período actual, el Cenozoico.
Hasta el descubrimiento de Brasilestes, los únicos vestigios de mamíferos mesozoicos existentes en Brasil se resumían a centenas de senderos y huellas dejadas por criaturas desconocidas que caminaban hace 130 millones de años sobre las dunas del antiguo desierto Botucatu, que cubría el interior de São Paulo. La superficie de dichas dunas, solidificada, llegó a nuestros días bajo la forma de lajas de arenisca en donde se ven las antiguas huellas.
En 1993, Reinaldo José Bertini, docente de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) en Rio Claro, llegó a anunciar el descubrimiento de un fragmento de mandíbula de mamífero portando un solo diente, y mucho menor que el premolar de Brasilestes. Sin embargo, Bertini no publicó un estudio minucioso de aquel fósil como para designar así a la nueva especie.
“De este modo, Brasilestes, además de ser el primer mamífero descrito para el Mesozoico brasileño, también es uno de los pocos mamíferos mesozoicos descubiertos en regiones más centrales de América del Sur, dado que los fósiles argentinos fueron hallados en formaciones geológicas de la Patagonia, por ende, en el sur del continente”, dijo Langer.
“Como si eso fuera poco, Brasilestes difiere de todo lo que se había hallado antes, lo cual indica que posiblemente los mamíferos placentarios habitaban en América del Sur hace entre 87,8 millones y 70 millones de años”, dijo Langer.
Lo más inusitado es que el mamífero mesozoico con premolares más parecidos a los de Brasilestes vivió del otro lado del mundo, en la India, hace entre 70 millones y 66 millones de años. Se llamaba Deccanolestes. Ninguna otra criatura del registro fósil mundial guarda tamaña semejanza con Brasilestes.
¿Qué estarían viviendo dos miembros del mismo linaje en zonas tan alejadas y no conectadas? Hace alrededor de 100 millones de años, al tiempo que América del Sur y África terminaban de separarse definitivamente, con la apertura del Atlántico Sur, la India cortaba sus amarras de Gondwana y empezaba a vagar por el océano Índico.
Esto implica que, hasta hace al menos 100 millones de años, los ancestros de Brasilestes y de Deccanolestes poblaban el supercontinente Gondwana. Es decir que el linaje de Brasilestes y de Deccanolestes es mucho más antiguo que la edad de sus respectivos fósiles: entre 87 millones y 70 millones de años para Brasilestes, y entre 70 millones y 66 millones de años para Deccanolestes.
“El descubrimiento de Brasilestes suscita muchas más dudas que respuestas sobre la biogeografía de los mamíferos mesozoicos sudamericanos. Gracias a Brasilestes, descubrimos que la historia de los mamíferos de Gondwana es más compleja de lo que se presumía”, dijo Langer.
De ello pueden brotar nuevas hipótesis y surgir nuevas líneas de investigación. Es posible que futuros estudios disparados por el descubrimiento de Brasilestes puedan develar el origen aún desconocido de un grupo típico de América del Sur: los xenartros, el orden al que pertenecen los armadillos, los osos hormigueros y los perezosos, por ejemplo. A propósito de esto, la especialidad de Mariela Cordeiro de Castro es la historia evolutiva de los xenartros.
“Un rasgo interesante del premolar de Brasilestes es el espesor de su esmalte, que es superfino, de tan sólo 20 micrones. El esmalte de Brasilestes es el más fino entre los dientes de cualquier mamífero del Cretácico en el registro fósil. La mayoría de los dientes de los mamíferos mesozoicos tienen esmaltes con espesores de entre 100 y 300 micrones”, dijo Cordeiro de Castro.
“Entre los xenartros se conocen decenas de especies vivientes y centenares de especies extintas. Solamente tres poseen esmalte. Dos armadillos extintos y el tatú negro o quirquincho (Dasypus novemcinctus), el único xenartro viviente con esmalte. La microestructura del esmalte del premolar de Brasilestes y de los premolares del quirquincho es muy parecida”, dijo.
Según la paleontóloga, “la evidencia del reloj molecular sugiere que el linaje de los xenartros surgió hace al menos 85 millones de años. Pero los fósiles más antiguos de armadillos, hallados en Río de Janeiro, tienen alrededor de 50 millones de años”.
Si bien es bastante sugestivo imaginar Brasilestes como un antiguo xenartro, resulta prematuro ahora hacer cualquier afirmación en tal sentido.
“Aunque la edad y la proveniencia de Brasilestes coinciden con hipótesis moleculares para el origen de los xenartros, la inferencia de la afinidad taxonómica es prematura ante las diferencias morfológicas existentes entre el diente de Brasilestes y los dientes de los armadillos”, dijo.
Langer coincide. “Contamos con un solo fósil de Brasilestes. Su registro es demasiado incompleto como para formular nuevas conclusiones”, sostuvo.
Como nunca antes de Brasilestes se hallaron fósiles de mamíferos mesozoicos en Brasil, esto puede significar que tales fósiles son raros o de difícil preservación. “Quién sabe algún día encontramos nuevos fósiles de Brasilestes que nos ayuden a entender mejor su historia. Pero eso puede tardar décadas”, dijo Langer. (Fuente: AGÊNCIA FAPESP/DICYT)