“Esas lluvias intensas, con una duración de pocas horas y un gran volumen de agua, con entre 80 y más de 100 mm, han dejado de ser eventos esporádicos. Están produciéndose con una frecuencia cada vez mayor”, declaró a José Antonio Marengo, investigador del Cemaden y coordinador del estudio.
Los científicos efectuaron un mapeo de las lluvias con fuerte intensidad y corta duración en el Gran São Paulo durante las últimas décadas con base en los registros de las estaciones meteorológicas del IAG-USP y del Mirador de Santana, situado en la zona norte de la ciudad.
Los análisis indican un incremento de la cantidad de días con lluvias fuertes y de la frecuencia de eventos extremos de precipitaciones en el Área Metropolitana de São Paulo, particularmente durante la primavera y el verano.
La estación seca, que solía concentrarse entre los meses de abril y septiembre en la mayor parte del estado de São Paulo, se ha extendido hasta octubre durante las últimas décadas.
La cantidad de días secos consecutivos también ha venido aumentando gradualmente, lo cual sugiere que los eventos de lluvias intensas se concentran ahora en menos días, espaciados entre períodos más largos de sequía con temperaturas elevadas.
Con menos noches frías y días más cálidos, hay mayores probabilidades de lluvias de convección –las que se producen cuando la masa de aire caliente se eleva hasta las capas más frías de la atmósfera–, con lo cual aumenta la frecuencia y la intensidad de lluvias extremas, según sostuvieron los investigadores.
“Observamos una tendencia a largo plazo de este tipo de eventos climáticos. Existen indicios sumamente fuertes de que hay un cambio de clima en marcha”, afirmó Marengo.
Los registros de las estaciones meteorológicas del IAG-USP y del Mirador de Santana indican que la cantidad de días con lluvias superiores a los 100 mm en la ciudad aumentó casi seis veces entre 2000 y 2018 en comparación con las décadas de 1940 y 1960.
Las observaciones de la estación del IAG-USP también muestran un aumento de la frecuencia y la intensidad de las lluvias intensas y de los días secos consecutivos entre 1931 y 2017.
“Estos datos sugieren que el aumento del volumen total de lluvias en São Paulo durante las últimas décadas se debe al incremento de las precipitaciones ‘pesadas’, concentradas en menos días y con más tiempo seco entre ellas”, explicó Marengo.
De acuerdo con los investigadores, los cambios en el régimen de lluvias del Gran São Paulo pueden ser producto de la variabilidad climática natural, pero también pueden estar relacionados con el calentamiento global y con la expansión de la urbanización, especialmente durante los últimos 40 años, lo cual contribuyó al agravamiento del efecto conocido con el nombre de “isla de calor” en la ciudad.
Con el incremento de la urbanización, el suelo de la zona –antes expuesto y con vegetación remanente de Bosque Atlántico- fue quedando cada vez más cubierto por materiales como asfalto y hormigón, que absorben mucho calor y no retienen humedad.
De este modo, durante el día el clima permanece muy caluroso y, por las noches, el calor acumulado se libera hacia la atmósfera. La humedad relativa del ambiente en la ciudad disminuye y se acelera la evaporación del agua del suelo para la formación de nubes, explicó Marengo.
Este efecto indujo el aumento de eventos extremos de lluvia en el Área Metropolitana de São Paulo durante el período comprendido entre 1933 y 2010, afirmó el investigador.
Estos cambios en el régimen de lluvias de la zona, aliados a la ocupación inadecuada de áreas de riesgo tales como laderas y orillas de cursos de agua, han causado durante los últimos 20 años un incremento de desastres hidrometeorológicos tales como inundaciones, torrentes y deslizamientos de tierra, según consignan los autores del estudio.
“Un evento de precipitaciones extremas por sí solo no constituye un desastre natural. Los llamados desastres naturales, a decir verdad, son producto de una combinación de factores climáticos, meteorológicos, urbanos, económicos y sociales. Es decir, son también desastres antrópicos, resultantes de acciones humanas y no solamente del clima”, dijo Marengo.
El estado de São Paulo encabeza las estadísticas de inundaciones, con el 33,36% de la cantidad de casos. Le siguen Santa Catarina (11,25%), Rio Grande do Sul (9,06%), Paraná (8,33%), Río de Janeiro (7,28%) y Minas Gerais (5,96%).
Entre 2014 y 2018, ocurrieron 168 inundaciones repentinas causadas por lluvias extremas. Este tipo de desastres hidrometeorológicos constituye una de las principales causas de muertos y heridos en Brasil, seguido por los deslizamientos de tierra.
“Las regiones sudeste y sur de país son las más afectadas por estos desastres hidrometeorológicos pues allí se registra la mayor densidad poblacional”, afirmó Marengo.
“Los deslizamientos de tierra, por ejemplo, solamente matan porque la gente se ve forzada a vivir en áreas de riesgo, donde no debería hacérselo. Las calles solamente se anegan porque los ríos fueron canalizados y las ciudades quedan impermeabilizadas, cubiertas por el asfalto y el hormigón.” (Fuente: AGENCIA FAPESP/DICYT)