Unos investigadores de Australia están desarrollando dispositivos electrónicos para su implantación en pacientes con epilepsia. El objetivo consiste en prever convulsiones, detectar los patrones de frecuencia de las crisis e incluso transportar medicamentos con el fin de evitar nuevos episodios. Estos aparatos aún no se comercializan, pero algunos de ellos se encuentran en fase de ensayos en humanos.
La epilepsia afecta a alrededor del 1% de la población mundial. Empero, aun así, sigue envuelta en estigmas y misterios. Por algún motivo genético o ambiental, un conjunto de células del cerebro permanece extremadamente activo, a punto tal que las señales eléctricas se desorganizan completamente. Ese descompás culmina muchas veces en una pérdida de memoria y en convulsiones.
“La epilepsia no es una enfermedad rara y genera incontables efectos en la vida de las personas. Por eso los pacientes deben saber que se trata de un problema eléctrico en el cerebro, pasible de prevérselo, monitoreárselo y tratárselo. Esto le quita todo el misterio a la enfermedad que, para desdicha de los pacientes, está envuelta en ignorancia y supersticiones”, dijo el científico australiano Mark Cook, docente de la Universidad de Melbourne y director del Departamento de Neurología del St. Vincent's Hospital, en Australia.
El investigador participó en el mes abril en el Sextoº Congreso del Instituto de Investigaciones en Neurociencias y Neurotecnología – BRAINN, en la Universidad de Campinas (Unicamp), Brasil. El BRAINN es uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (CEPIDs) financiados por la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo - FAPESP.
En su conferencia, Cook presentó los nuevos dispositivos que, según dijo, podrán darles una mejor calidad de vida a las personas con epilepsia en el futuro. También se refirió a los últimos resultados de sus investigaciones sobre los patrones de las convulsiones en pacientes portadores de la enfermedad.
“Cada paciente tiene un patrón específico, ya lo hemos probado. ¿Imagínese entonces si podemos prever cuando surgirá uno de esos episodios? Las personas podrían protegerse quedándose en casa y acompañadas, en lugar de hacer alguna actividad de riesgo ese día específico”, declaró Cook.
Los nuevos dispositivos tienen como objetivo principal anticipar la ocurrencia de una convulsión y están desarrollándose en el Bionics Institute, mediante una colaboración entre la Universidad de Melbourne y el St. Vincent's Hospital. El instituto cuenta con donaciones y fondos, como el que recibió en la entrega del programa televisivo The Shark Tank Miami (Estados Unidos) a la cual Cook asistió y ganó, en una edición especial sobre epilepsia realizada en 2015.
“Existen dos maneras de detectar una convulsión. En una de ellas, es posible leer la señal cerebral y detectar la firma eléctrica que surge antes de que la misma se produzca. Otra forma consiste en monitorear las convulsiones durante un determinado lapso de tiempo e identificar un patrón. Cuando se determina ese patrón, la predicción se vuelve sumamente precisa”, dijo.
Para el primer caso, cuando se detectan las señales eléctricas cerebrales, están desarrollándose dispositivos que pueden implantarse y que efectúan el transporte de medicamentos. Uno de ellos se le implantó hace dos años a una paciente de Australia, que ha respondido bien al tratamiento.
Los científicos también están desarrollando un aparato con electrodos que se implantan para aplicar el tratamiento de electrochoque –otra forma, sumada a la medicación y a la cirugía, de tratamiento de la epilepsia–, pero aún no están previsto ensayos en humanos.
En tanto, para monitorear las convulsiones con el fin de detectar patrones se desarrollaron aparatos para su inserción bajo el cuero cabelludo o en el área situada detrás de la oreja (como los implantes cocleares para sordos).
“Nos dimos cuenta de que si pudiésemos contar las convulsiones de manera confiable, sería posible detectar patrones mensuales, semanales o diarios de cada paciente. Esto les daría una mayor seguridad a los pacientes a la hora de ejecutar sus actividades cotidianas, y evitaría constreñimientos”, dijo.
Con base en vastos bancos de datos (de las aplicaciones SeizureTracker y NeuroVista), Cook y su equipo identificaron periodicidades significativas entre una convulsión y otra. De acuerdo con el estudio, más del 80% de los pacientes exhibía intervalos de un día entre las convulsiones. Se observaron también ciclos de una semana o de tres semanas o más.
“La comprensión de estos patrones puede tener implicaciones significativas en la gestión de la vida de esas personas y en el pronóstico de las crisis. Normalmente, se incentiva a los pacientes a escribir diarios o a utilizar aplicaciones de celulares para anotar las convulsiones. Sin embargo, esta práctica se ha mostrado demasiado imprecisa, pues las convulsiones pueden causar pérdida de memoria e inconciencia. Suele ocurrir que el paciente no se da cuenta de que ha padecido un pequeño episodio”, dijo.
Los dispositivos de implantación, mucho más precisos que los diarios, pueden utilizarse durante un largo período de tiempo, lo cual permite cruzar información con las condiciones exteriores que pueden estar relacionadas con las convulsiones, tales como la temperatura, la humedad del ambiente o incluso las condiciones de estrés, de alimentación y de medicación. Los ensayos clínicos para este dispositivo se pondrán en marcha durante el segundo semestre de 2019.
De acuerdo con Cook, todos los aparatos se diseñaron para el estudio de casos de epilepsia, pero podrían aplicarse también en otras situaciones: para controlar el azúcar en la sangre de diabéticos, por ejemplo.
(Fuente: Agencia FAPESP / DICYT)