Argentina - Hay patógenos que pueden causar crisis sanitarias globales por su propagación y obligan a dar una respuesta coordinada entre los países.
Eso pasó —por ejemplo— con la pandemia por un subtipo de virus de la gripe en 2009, el virus de Ébola en 2014 y luego en 2018, y más recientemente con el coronavirus que causa el COVID-19 y el virus mpox (viruela símica).
En 2016, también hubo otra emergencia de salud pública de importancia internacional por el virus de Zika y la microcefalia que puede producir. Si bien desde 2017 bajó la incidencia, todavía sigue circulando: se notificaron más de 24.600 casos sospechosos y confirmados de Zika en la región de las Américas, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en 2024.
Aún no se cuenta con un tratamiento específico para controlar esa infección. En búsqueda de más comprensión sobre la enfermedad, un equipo de científicos de la Argentina reveló un mecanismo que usa el virus del Zika para generar infección en el organismo.
Descubrieron que el patógeno produce pequeñas moléculas de ARN que funcionan transformando al sistema de defensas del organismo. Esas moléculas hacen que una proteína que tiene función antiviral sea reprogramada y pase a ser proviral.
El estudio fue llevado a cabo por investigadores de la Fundación Instituto Leloir, la Universidad Nacional de San Martín y el Conicet, y se publicó en la revista Nucleic Acid Research, de Oxford Academic. Contó con la colaboración de colegas que trabajan en el Instituto Stowers de Investigación Médica y la Universidad de Kansas, en los Estados Unidos.
En diálogo con Infobae, Maurício Lacerda Nogueira, docente de la Facultad de Medicina de São José do Rio Preto (FAMERP) e investigador en virología que cuenta con apoyo de la Fundación de Investigación de San Pablo (conocida como FAPESP) de Brasil, opinó sobre el trabajo publicado por los científicos argentinos.
“Es un trabajo muy bueno que nos ayuda a comprender cómo el virus del Zika se escapa de la respuesta del sistema inmune del ser humano. Es un mecanismo de evasión ante la respuesta del sistema de defensas. Por supuesto, aún hay una enorme distancia para que haya un tratamiento efectivo y específico para Zika”, dijo Lacerda Nogueira, quien no participó en el estudio.
La fiebre del Zika es una enfermedad infecciosa causada por un virus que fue aislado por primera vez en 1947. Se lo detectó en el bosque de Zika, en Uganda, África. Desde entonces, generó brotes pequeños y esporádicos en África y Asia.
En 2007 se describió una epidemia en la Isla de Yap, Micronesia, donde cerca del 75% de la población resultó infectada. En marzo de 2014, Chile notificó por primera vez la transmisión autóctona de fiebre por Zika en la isla de Pascua.
Al año siguiente, las autoridades de salud pública de Brasil confirmaron la transmisión del patógeno en el nordeste del país, y luego se detectó asociación con el síndrome de Guillain-Barré y con malformaciones del sistema nervioso central al nacer, incluyendo la microcefalia. Fue un llamado de alerta para las personas gestantes.
En febrero de 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la microcefalia relacionada con el ZIKV como emergencia de salud pública de importancia internacional. En noviembre de ese mismo año, se declaró el fin de la emergencia, pero el virus pasó a ser endémico en la región de las Américas.
Es transmitido a través de la picadura de mosquitos del género Aedes infectados, como también sucede con los patógenos que causan el dengue, la fiebre Chikungunya, y la fiebre amarilla.
Varios grupos de investigación estudian al virus del Zika en el mundo. Uno de ellos funciona en la Fundación Instituto Leloir, con el liderazgo de Andrea Gamarnik, quien venía estudiando la biología del virus del dengue. Cuando el virus empezó a propagarse en América, el equipo de investigadores también puso foco en esa infección.
“En aquel momento, Horacio Pallarés, se acababa de recibir de biólogo y quería hacer su doctorado en virología molecular. No fue difícil entusiasmarlo para que se centrara en el Zika”, contó Gamarnik a Infobae. Así, Pallarés empezó a hacer su doctorado sobre la biología del virus del Zika con una beca del Conicet.
Más de un año después, el experto consiguió uno de los primeros clones infecciosos de Zika en el mundo. Fue construido a partir de una muestra de sangre de una persona infectada en la Argentina, obtenida en el Instituto Maiztegui de Pergamino. “Los clones infecciosos son la base para el diseño de vacunas, como la que se está usando para el dengue”, aclaró la doctora Gamarnik.
Gracias a esos desarrollos, se pudieron hacer más investigaciones. Identificaron cómo el virus genera unas moléculas pequeñas de ARN en las células infectadas. Lo publicaron en 2020 en la revista Journal of Virology.
“El hallazgo de las moléculas nos dejó una gran pregunta no sólo para nosotros, sino también a muchos investigadores de distintas partes del mundo: ¿Qué función cumplen?”, detalló.
En el medio se produjo la emergencia sanitaria por COVID-19 y el grupo de investigadores consideró que debían ser parte de la respuesta, con el desarrollo de test locales, entre otras herramientas. Recién a mediados de 2022 retomaron los estudios sobre el virus del Zika.
Encontraron que las moléculas activan a la proteína de la célula llamada “PKR”. Y transforman a esa proteína en una aliada del virus para infectar mejor. “Este fue un hallazgo inesperado, ya que previamente se había determinado que PKR era una proteína antiviral”, afirmó. Pero lo que detectaban que esa proteína pasaba a “ayudar” al virus.
Para hacer el estudio usaron una metodología compleja y equipamiento que no estaba disponible en nuestro país. Pallarés se fue unos meses a Estados Unidos a usar ese equipamiento con un experto en el tema, Ariel Bazzini, un investigador argentino, que realizó su tesis doctoral en el INTA con una beca del Conicet y ahora dirige un laboratorio en el Instituto Stowers de Kansas City.
Con los datos colectados y la validación de las observaciones, el grupo postuló un nuevo mecanismo que tiene el virus del Zika para infectar eficientemente a las células humanas.
El resultado puede ser de “gran utilidad para pensar en estrategias antivirales. Lo más importante es que el virus del Zika es muy parecido a unos 50 virus que pueden causar enfermedades en los seres humanos, como el dengue y la fiebre amarilla.
“El mecanismo también estaría en los virus del dengue y el la fiebre amarilla, que también son transmitidos por las picaduras de mosquitos. Podría ser un blanco potencial para el desarrollo de tratamientos específicos contra esas infecciones”
El Zika se adquiere principalmente por la picadura de los mosquitos infectados, pero también puede transmitirse: de una embarazada al feto, durante el embarazo; a través de relaciones sexuales de una persona infectada (que puede tener síntomas o ser asintomática) a sus parejas.
Hay afectados que presentan síntomas, que pueden manifestarse de forma moderada o aguda. Incluyen sarpullido y al menos alguno de los siguientes síntomas:
Fiebre (38° o más)
Conjuntivitis no purulenta
Dolor de cabeza
Dolor de cuerpo
Dolor en articulaciones (principalmente manos y pies)
Decaimiento
Inflamación de miembros inferiores
Además, esta enfermedad puede ocasionar problemas neurológicos.
Cómo protegerse contra el Zika
Principalmente, es importante la prevención de las picaduras del mosquito. Aunque este año no se han notificado casos de Zika en el país, el Ministerio de Salud de la Argentina recomienda:
Usar siempre repelentes, siguiendo cuidadosamente las recomendaciones del envase.
Utilizar ropa clara que cubra los brazos y las piernas, especialmente durante las actividades al aire libre.
Colocar mosquiteros en puertas y ventanas, y cuando sea posible usar ventiladores o aire acondicionado en las habitaciones.
Proteger cunas y cochecitos de bebés con telas mosquiteras.
Utilizar repelentes ambientales como tabletas y espirales.
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Con información de: Infobae
CD/NR