Días después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la pandemia del nuevo coronavirus, en marzo de 2020, un estudio con pacientes de Italia ya informaba sobre la pérdida del olfato y del gusto como uno de los síntomas de covid-19. Y en abril del año pasado, también salió publicada la primera investigación sobre el impacto neurológico de la enfermedad, realizada con centenas de personas.
Desde entonces se han venido realizando diversos estudios sobre las consecuencias del covid-19 en el cerebro, que abordan desde los efectos que se registran durante la fase aguda hasta las posibles secuelas neurológicas, informadas por alrededor del 30 % de los pacientes que se recuperaron.
“De entrada, se describió al covid-19 como una infección viral del tracto respiratorio, pero rápidamente aprendimos que el cerebro es uno de los distintos órganos afectados. Sin embargo, algunos aspectos de la enfermedad aún permanecen nebulosos. El impacto en el cerebro no se ha entendido del todo. Es sumamente importante estimular el intercambio de conocimientos y de experiencias entre investigadores de todo el mundo”, dijo Luiz Eugênio Mello, director científico de la Fapesp, durante la apertura del seminario online intitulado “What does covid-19 have to do with the brain?”, realizado el pasado 7 de julio. Este evento, que reunió a científicos de Brasil y de Alemania, integra la serie fapesp covid-19 Research Webinars, organizada con el apoyo del Global Research Council (GRC).
El camino del virus
Uno de los estudios que se dieron a conocer durante el seminario, y que se llevó a cabo en la Charité Medicine University Berlin (Alemania), demostró que el nuevo coronavirus se vale de la mucosa olfativa como puerta de entrada hacia el cerebro. “Esto sucede debido a la cercanía anatómica entre las células de la mucosa, los vasos sanguíneos y las células nerviosas en dicha área. Una vez instalado en la mucosa olfativa, el virus parece utilizar conexiones neuroanatómicas como el nervio olfativo para llegar al cerebro”, afirmó Helena Radbruch, quien analizó muestras de la mucosa olfativa y de otras cuatro áreas del cerebro de 33 pacientes que padecieron la forma grave de la enfermedad y fallecieron.
El equipo de Radbruch efectuó un seguimiento de otros 180 pacientes desde la fase aguda de la enfermedad hasta meses después de la recuperación. “La buena noticia, sobre todo para quienes tuvieron covid-19, es que el virus no permanece durante mucho tiempo en el cerebro. Verificamos que solamente en algunos pacientes el SARS-CoV-2 alcanza ese órgano, y tres semanas después de la etapa aguda, ya no se lo encuentra allí”, comentó.
Radbruch estudió también de qué manera responde el sistema inmunitario ante la infección provocada por el nuevo coronavirus. Aparte de encontrar evidencias de células inmunitarias activadas en el cerebro y en la mucosa olfativa, fue posible detectar las firmas inmunológicas de esas células en el fluido cerebral. En algunos de los casos estudiados, los investigadores también hallaron daños en los tejidos causados por accidentes cerebrovasculares, producto de la obstrucción de los vasos sanguíneos.
“La presencia del virus en las células nerviosas de la mucosa olfativa parece explicar los síntomas neurológicos, tales como la pérdida del olfato y el gusto, que no es tan rara entre pacientes con covid-19”, dijo.