En el marco de estudio publicado en la revista Acta Ethologica, se ha registrado por primera vez en América del Sur el uso del ultrasonido que efectúan ciertos anfibios. Y se trata también del primer registro de la utilización de esta frecuencia sónica para la defensa contra predadores, a la que se denomina canto de agonía.
“Algunos predadores potenciales de los anfibios, tales como murciélagos, roedores y pequeños primates, logran emitir y escuchar sonidos en esa frecuencia inaudible para los humanos. Una de nuestras hipótesis indica que ese canto de agonía se orienta hacia algunos de ellos, pero es posible que esa amplia frecuencia sea generalista, para ahuyentar a la mayor cantidad posible de predadores”, comenta Ubiratã Ferreira Souza, autor principal del trabajo, realizado como parte de su maestría en el Instituto de Biología de la Universidad Estadual de Campinas (IB-Unicamp), en el estado de São Paulo, Brasil, con una beca de la FAPESP.
Otra hipótesis indica que ese croar se emplea para atraer a otro predador, que a su vez atacaría al animal que se aprestase a depredar al anfibio, en este caso, la rana de hojarasca (Haddadus binotatus), una especie endémica del Bosque Atlántico.
Los investigadores grabaron el llamado canto de agonía en dos ocasiones. Cuando se lo analizó con un software especial, el sonido exhibió frecuencias situadas entre los 7 y los 44 kilohercios. Cabe acotar que a partir de los 20 kilohercios resulta inaudible para los humanos.
Durante su croar, la rana de hojarasca efectúa una serie de movimientos típicos de defensa contra sus predadores. El animal yergue la parte frontal del cuerpo y abre la boca echando atrás su cabeza. Luego cierra la boca parcialmente y así emite el canto con una parte de la frecuencia que resulta audible para el oído humano, entre los 7 y los 20 kilohercios, y la parte inaudible, entre los 20 y los 44 kilohercios.
“Dado que Brasil posee la mayor diversidad de anfibios del mundo, con más de 2.000 especies descritas, no sería de extrañarse que otras ranas también emitan sonidos en esta frecuencia”, sostiene Mariana Retuci Pontes, coautora del estudio y doctoranda en el IB-Unicamp con beca de la FAPESP.
Registran el ultrasonido que emite una rana endémica del Bosque Atlántico
La utilización de esta estrategia en el caso de una segunda especie puede haber sido descubierta casualmente por la propia investigadora. En enero de 2023, durante una visita al Parque Estadual Turístico del Alto Ribeira (Petar), en el municipio de Iporanga, también en el estado de São Paulo, Retuci Pontes observó sobre una piedra a un ejemplar de lo que era probablemente una rana hojarasca misionera (Ischnocnema henselii), aunque no capturó al animal para concretar una identificación precisa de la especie.
Como pretendía sacarle una foto, la investigadora intentó ubicar mejor al animal sujetándolo de las patas. Retuci Pontes se vio entonces sorprendida por el comportamiento de la ranita, que realizó el mismo movimiento corporal de defensa y emitió el mismo sonido que la rana de hojarasca (H. binotatus). A aproximadamente un metro de ella había también una yarará (Bothrops jararaca), lo que fortalece la evidencia de que se trata de una conducta que adoptan en presencia de predadores.
No fue posible efectuar el análisis del audio, extraído de un video que la investigadora logró captar, y constatar la existencia de ultrasonido en la rana del Petar. Sin embargo, el estímulo de estirar las patas es precisamente uno de los que realizan los investigadores para simular un ataque de un predador, que aparece en los registros de Haddadus binotatus.
“Dado que ambas especies viven en ambientes parecidos de hojarasca [ la capa de hojas depositadas sobre el suelo ], son pequeñas [ de entre 3 y 6 centímetros ] y sus predadores son similares, es posible que Ischnocnema henselii también haga uso de ese canto de agonía con ultrasonido para protegerse contra sus enemigos naturales”, explica Luís Felipe Toledo, docente del IB-Unicamp, quien dirigió el estudio y coordina el proyecto intitulado “De la historia natural a la conservación de los anfibios brasileños”, apoyado por la FAPESP.
La primera vez que Toledo sospechó que Haddadus binotatus emitía sonidos en esa frecuencia inaudible para los humanos fue en 2005, cuando estaba llevando adelante su doctorado en el Instituto de Biociencias de la Universidade Estadual Paulista (IB-Unesp), en la localidad de Rio Claro. No obstante, debido a las limitaciones de los aparatos que se empleaban en ese entonces, no era posible verificar frecuencias superiores a los 20 kilohercios.
Los otros registros de anfibios que se valen del ultrasonido se concretaron en tres especies de Asia. Pero la frecuencia se emplea en la comunicación entre individuos de la misma especie. En los mamíferos, el ultrasonido es común entre ballenas, murciélagos, roedores y pequeños primates. Su uso para la defensa contra predadores era algo inédito hasta ahora entre anfibios.
Los científicos pretenden ahora responder una serie de preguntas que suscita este descubrimiento, como por ejemplo qué predadores son sensibles al referido canto de agonía, cómo reaccionan a esta conducta e incluso si el sonido se orienta a ellos o es para atraer a enemigos naturales de los predadores. “¿No será que la rana llama a una lechuza para atacar a la serpiente que quiere comérsela?”, especula Ferreira Souza. Este estudio contó también con el apoyo de la FAPESP a través de una beca doctoral otorgada a Guilherme Augusto Alves y en el marco de otro proyecto coordinado por Toledo.