La genética de Brasil no es simplemente una cuestión científica: es una narración profunda sobre cómo el mestizaje moldeó no solo la identidad de un país, sin o la evolución de su gente. La reciente investigación publicada en Science, fruto de la colaboración entre instituciones como el Instituto de Biología Evolutiva (UPF-CSIC) y la Universidad de São Paulo, ha secuenciado el genoma completo de 2.723 personas de todas las regiones del país. Lo que han descubierto no es menos que asombroso: más de ocho millones de variantes genéticas inéditas, muchas de ellas con implicaciones médicas y evolutivas que reescriben nuestra comprensión del mestizaje humano.
Brasil alberga la mayor población mestiza reciente del mundo. El ADN brasileño es un tejido entrelazado de linajes indígenas, europeos y africanos, una mezcla forzada por siglos de colonización, esclavitud y migraciones masivas. Esta complejidad genética, lejos de ser un simple dato técnico, se convierte en una poderosa herramienta para entender cómo la historia social y política de un país puede dejar una huella indeleble en su biología.
Uno de los hallazgos más fascinantes del estudio es la velocidad con la que ciertos genes —relacionados con la inmunidad, la fertilidad o el metabolismo— han evolucionado en tan solo 500 años. ¿Por qué? La hipótesis de los investigadores es clara: la exposición repentina a enfermedades traídas por colonizadores europeos o por la trata transatlántica de esclavos (como la viruela o la malaria) generó una presión evolutiva intensa. En ese contexto, la diversidad genética surgida del mestizaje ofreció más opciones a la selección natural. En otras palabras: la mezcla permitió la adaptación.
Este punto es clave porque transforma la narrativa clásica del mestizaje como “simple convivencia racial” en una historia de resiliencia biológica. La diversidad no solo define la identidad cultural de Brasil, también ha moldeado cómo su población enfrenta las enfermedades, cómo responde a infecciones, e incluso cómo metaboliza los alimentos. Es medicina de precisión, pero con historia.
Una genética invisible y sus consecuencias médicas
Sin embargo, el estudio también pone el dedo en la llaga: el mestizaje brasileño fue profundamente desigual. Mientras que el 71 % de los linajes masculinos son de origen europeo, el ADN mitocondrial (heredado por línea materna) revela un 42 % de ascendencia africana y un 35 % indígena. Es decir, fueron las mujeres indígenas y africanas las que, en contextos muchas veces marcados por la violencia y la coacción, gestaron el Brasil mestizo.
Este patrón de mestizaje asimétrico refleja una estructura social heredada de la colonización.
El descubrimiento de más de ocho millones de variantes genéticas no registradas en bases de datos internacionales subraya otro problema: la invisibilidad científica. Hasta ahora, los estudios genómicos se han centrado mayoritariamente en poblaciones europeas y norteamericanas, dejando fuera a grupos mestizos como el brasileño. Esto tiene un impacto directo en la medicina: variantes genéticas no registradas son imposibles de interpretar correctamente en pruebas clínicas, lo que perpetúa errores de diagnóstico y tratamientos ineficaces.
El conocimiento de estas variantes permite desarrollar tratamientos personalizados, anticipar el desarrollo de enfermedades crónicas o infecciosas y mejorar la atención médica para millones de personas.
La diversidad genética como patrimonio y herramienta de futuro
Las diferencias regionales también cuentan historias. En el norte del país predomina la herencia indígena y africana; en el sur, la europea. En estados como Amazonas, el aislamiento geográfico ha creado poblaciones con baja diversidad genética y muchas variantes raras, lo que ofrece una oportunidad única para el estudio de enfermedades raras o infecciosas.
En última instancia, esta investigación es mucho más que un mapa de variantes genéticas: es un espejo donde se refleja la historia de Brasil. Un espejo que muestra no solo la violencia y la desigualdad, sino también la increíble capacidad de adaptación, resistencia y evolución de su pueblo.
“Descifrar la genética de Brasil no sólo puede ayudarnos a mejorar la salud de su población, también pone luz sobre nuestra evolución y la historia de la humanidad ”, dice la investigadora Tábita Hünemeier. Y tiene razón. Este trabajo científico no es solo una contribución al conocimiento biomédico, es un documento histórico que nos recuerda que el mestizaje no es simplemente una anécdota cultural, sino una fuerza evolutiva poderosa.
Brasil, con todas sus contradicciones, su belleza y sus heridas, ha escrito en su ADN la crónica de la humanidad mestiza. Un relato donde ciencia, historia y justicia se entrelazan para dar sentido a quiénes fuimos, quiénes somos y quiénes podríamos llegar a ser. @mundiario
Andrés Tudares