En las últimas 24 horas, 133 personas murieron en Brasil como consecuencia del nuevo coronavirus, un 20% de aumento con respecto al día anterior, informaron el miércoles medios locales.
En total, los muertos ya alcanzan los 800, y las infecciones son 15.927 -2.200 apenas el último día- de acuerdo con datos del Ministerio de Salud.
Sin embargo, el organismo público advirtió que los contagios podrían ser más, debido a que sólo se están testeando los casos graves.
La tasa de mortalidad en Brasil como consecuencia del COVID-19 aumentó un 42% en una semana: mientras a principio de la semana era de 3,5% (morían 3,5 personas por cada 100 habitantes) ahora se ubicó en 5% (mueren 5 de cada cien contagiados).
San Pablo sigue siendo el estado del país con más contagiados y muertes como consecuencia del coronavirus. Hay 6.708 contagiados y 428 muertos. Detrás vienen Río de Janeiro y Ceará.
Brasil es el país de Latinoamérica más afectado por la pandemia del nuevo coronavirus. El Ministerio de Salud, que prevé que el pico llegue entre abril y mayo.
Los altos índices de contagio y mortalidad en el país son atribuidos a la resistencia del presidenten Jair Bolsonaro a reconocer la gravedad de la enfermdad.
El mandatario cuestionó las medidas de aislamiento social recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y adoptadas por casi todos los países, enfrentándose a su propio ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, quien insiste en que su único credo en ese combate es “la ciencia”.
El mandatario recibió el apoyo de grupos de empresarios y de líderes de iglesias neopentecostales, como el influyente fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios, Edir Macedo, que calificó al virus como una “táctica de Satanás” para asustar a las personas.
Sin embargo, perdió el apoyo de la abrumadora mayoría de los gobernadores estatales, muchos de los cuales aplicaron cuarentenas obligatorias que el mandatario se niega a imponer.
Castigada por cortes presupuestarios y críticas del propio gobierno, la comunidad científica de Brasil ha mostrado su peso desarrollando investigaciones de punta y soluciones innovadoras para suplir la falta de insumos hospitalarios en la lucha contra el nuevo coronavirus.
Ese compromiso abarca desde el grupo que secuenció el genoma del virus en apenas 48 horas tras el primer caso detectado en Sao Paulo hasta los equipos que trabajan en el desarrollo de una vacuna y de un nuevo “ventilador pulmonar de emergencia”, pasando por los epidemiólogos que estudian cómo se propaga el Covid-19.
“La comunidad científica brasileña está ofreciendo una contribución muy importante, a pesar de que ha sido poco financiada con recursos federales, sobre todo en los últimos seis años ”, dijo a la AFP Carlos Brito, director científico de la Fundación de Amparo a la Investigación de Sao Paulo (FAPESP).
Con información de AFP