Aun antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunciara que la COVID-19 se erigía como una emergencia de salud pública de importancia internacional, en marzo de este año, la búsqueda de una vacuna ya se había puesto en marcha en diversas partes del mundo. Algunos de esos estudios han avanzado a una velocidad sin precedentes en la historia, y tan solo siete meses después del surgimiento del SARS-CoV-2, hay 18 fórmulas entre las más de 140 elaboradas a partir de diferentes conceptos que ya se están testeando con seres humanos.
Dos de las candidatas que se ubican en el estadio más avanzado de desarrollo –conocido como ensayo clínico de fase III, cuyo objetivo consiste en evaluar la eficacia de la vacuna en un gran grupo de voluntarios– están empezando a aplicarse experimentalmente en Brasil. Una de ellas, la denominada ChAdOx1 nCoV-19, se desarrolló en la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, y está licenciada para el laboratorio AstraZeneca. La otra, llamada Coronavac, es fruto del trabajo realizado por la empresa china Sinnovac Biotech, que suscribió un acuerdo con el Instituto Butantan, una institución de investigación científica del estado de São Paulo.
VACUNA
«El hecho de contar con varias vacunas contra la COVID-19 aprobadas puede resultar útil, pues es posible que la mejor estrategia con miras a inducir una respuesta inmune protectora consista en combinar varias fórmulas. Asimismo, todos estos estudios en marcha nos permiten aprender más sobre la respuesta inmune contra el SARS-CoV-2. La comprensión acerca de cómo estas vacunas protegen puede brindarnos una idea más clara de cuál es el marcador de protección contra la COVID-19, lo cual puede acelerar estudios futuros», dijo el profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP) Esper Kallás, quien coordina en Brasil el ensayo de fase III con la vacuna Coronavac. Esta investigación, que abarca a casi nueve mil voluntarios brasileños de distintos estados, está patrocinada por el Instituto Butantan.
La vacuna Coronavac, elaborada con una cepa viral aislada en una paciente en el mes de enero y después inactivada en un laboratorio mediante la aplicación de procesos químicos, avanzó rápidamente merced al conocimiento generado cuando se buscaba una vacuna contra el SARS-CoV-1, el coronavirus que entre 2002 y 2003 provocó la epidemia de síndrome respiratorio agudo grave (SARS) en China y en algunos otros países, tal como comenta Ricardo Palacios, director médico de Investigación Clínica del Instituto Butantan.
«La vacuna contra el SARS avanzó hasta la fase I de los ensayos clínicos. Después se contuvo el virus y el proyecto se interrumpió. Pero el conocimiento sobre cómo desarrollar vacunas contra un coronavirus se aprovechó. La empresa siguió un camino bien tradicional en un tiempo sumamente corto. Normalmente, las distintas etapas de pruebas preclínicas y ensayos clínicos se realizan una tras otra, pero ellos concretaron varias al mismo tiempo», comentó Palacios.
«La producción de anticuerpos protectores es el principal mecanismo de actuación de la mayoría de las vacunas. Pero en los casos de algunas enfermedades, para que el desempeño sea bueno, las vacunas también deben ser capaces de enseñarles a las células de defensa a actuar contra los patógenos, como en los casos de las vacunas nuevas contra el herpes zóster, que se les aplican a personas con más de 50 años», explicó Kallás.
De acuerdo con los participantes en el evento, tanto la vacuna Coronavac como la ChAdOx1 nCoV-19 parecen ser capaces de inducir a la vez la producción de anticuerpos neutralizantes y la llamada inmunidad celular, que es el entrenamiento de determinados tipos de linfocitos para volverse capaces de reconocer y atacar a las células infectadas por el SARS-CoV-2.
«Brasil cuenta con grandes grupos que trabajan en diversos estudios de vacunas contra el COVID-19 y, a mi juicio, esto es algo estratégico para el país. Ya que desafortunadamente nuestra situación epidémica nos convirtió en el lugar ideal para la realización de los ensayos de fase III, por lo menos que eso facilite la negociación con las empresas desarrolladoras, de manera tal que, de aprobarse una o más vacunas, esos agentes inmunizantes queden disponibles para la población brasileña, incluso para los más desfavorecidos», afirmó Kallás.
¿Cuándo estará lista la vacuna?
Los estudios clínicos en marcha prevén que los voluntarios inmunizados se sometan a un seguimiento durante 12 meses. Con todo, según informó Palacios, es posible que se anuncie un resultado preliminar antes de ese lapso.
«Si la cantidad de casos entre los inmunizados se ubica en un nivel considerado satisfactorio, se convocará a un grupo independiente de científicos para efectuar una evaluación. De arribar a la conclusión de que el resultado preliminar de eficacia fue estadísticamente significativo, podrá anunciarlo públicamente», dijo el director del Butantan.
«Cualquiera sea la vacuna aprobada, no terminaremos con el coronavirus, que ha llegado para quedarse y nos acompañará durante todas nuestras vidas. El objetivo de las vacunas es proteger contra la enfermedad y no contra la infección. De lograr alcanzar niveles de al menos un 50%, evitaremos el gran problema de la sobrecarga en el sistema de salud y de la demanda de cuidados intensivos. Y así convertiremos al COVID-19 en algo controlable», dijo.